Anales de la RANM

61 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 CAMBIO CLIMÁTICO, SALUD Y PERSONA MAYOR Ribera Casado JM An RANM. 2023;140(01):59 - 64 cación de carácter general. El diario “ The New York Times ” titulaba no hace mucho un artículo con la expresiva frase de “Las personas mayores contribuyen al cambio climático y lo sufren” (18), que sirvió de base para una tribuna pública de debate mantenida por el periódico durante un tiempo. Ese artículo introducía una idea muy simple pero sugerente aplicada al CC: “las personas mayores pueden tener una ventaja: lo han visto suceder y han vivido su desarrollo …”. Aportaba el dato de un mayor consumo de energía en el medio residencial paralelo al aumento en la edad media de los residentes o del mayor riesgo para el colectivo de una complicación tan simple como los apagones de luz, especialmente si el sujeto vive solo. En 2016 la Agencia de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos dedicaba un documento al tema cuyo resumen publicó en inglés y en español bajo el título de “El cambio climático y la salud en las personas mayores” (19). De manera muy gráfica y con lenguaje sencillo exponía diferentes vías a través de las cuales podrían producirse los daños, así como algunas recomen- daciones para minimizarlos. Se han publicado libros sobre el tema. En nuestro país, por ejemplo, uno extenso, de carácter general (20) donde los problemas relativos a la salud no constituyen su eje fundamental, pero que tiene un indudable interés ya que supone un enfoque muy adecuado para establecer el marco global desde el que se plantea el tema y donde se deben analizar el problema. La protección de los derechos de las personas mayores en el marco del CC ha sido abordada de forma extensa por Naciones Unidas (17, 21-22). Se denuncia que “los prejuicios contra las personas mayores, considerándolas frágiles, enfermas y dependientes, conducen a su marginación y dan legitimidad a prácticas excluyentes”. Estos documentos enumeran las diferentes maneras a través de las cuales el CC puede interferir en los derechos de este colectivo y aportan, en sus conclusiones, una serie de recomen- daciones para evitar o minimizar este riesgo. Médicos alemanes de atención primaria han realizado un estudio que valora la percepción del fenómeno y de sus consecuencias para la salud por parte de la población mayor, tomando como punto de referencia el aumento de las temperaturas (23). Loa resultados evidencian la necesidad de una mayor información al colectivo de mayores, muchos de las cuales manifiestan su ignorancia sobre el tema, cuando no su escepticismo. Los autores sugieren que tanto los profesionales de enfermería como las redes sociales pueden ser agentes de primer nivel para contribuir a mejorar esta situación. Fenómenos como el aumento en el número y duración de episodios con temperaturas extremas, de inundaciones, de huracanes o la modificación en los patrones más habituales de infección derivados del CC, afectan especialmente al grupo de población de más edad. Por ello conviene recordar que a lo largo de la vida tienen lugar pérdidas que, de manera desigual pero constante, afectan al organismo tanto en su conjunto como en sus diversos componentes. La resultante es un aumento de vulnerabilidad ante cualquier tipo de estímulo nocivo (24). A ello contribuye el llamado envejec- imiento primario o fisiológico, que viene condicio- nado por la carga genética con la que nacemos y por el consumo progresivo de nuestras reservas debidas al mero ejercicio de vivir. Al envejecimiento primario se suman las pérdidas generadas por lo que llamamos envejecimiento secundario. Las correspondientes a las secuelas de enfermedades o accidentes, pero, sobre todo, las condicionadas por el tipo de vida previo y por la duración e intensidad de los factores de riesgo a que hemos estado sometidos. En este terreno cobra especial significado todo lo relativo al grado de actividad (o inactividad) física en el que se ha movido nuestra vida, al tipo de alimentación que hemos llevado, y a la contaminación ambiental a la que hemos sido expuestos, con el tabaco a la cabeza. Según envejecemos pesan cada vez más las pérdidas derivadas del envejecimiento secundario. A los 70-80 años las limitaciones atribuibles al envejec- imiento primario apenas representan un 25 % del total, correspondiendo el otro 75 % al envejecimiento secundario. Esto es importante ya que el envejec- imiento secundario puede combatirse de manera eficaz, sobre todo por la vía de la prevención, lo que permite afrontar en mejores condiciones y con una mayor carga de reserva fisiológica cualquier tipo de agresión, incluidas las derivadas del cambio climático. En todo caso en las edades avanzadas se acumulan en mayor medida fenómenos negativos como la comorbilidad, la cronicidad, la polifarmacia, el número y duración de ingresos hospitalarios y lo que hoy conocemos como situaciones de fragilidad. El resultado es que las reservas orgánicas se van consumiendo, las pérdidas se van acumulando y nos hacemos cada vez más vulnerables ante las diferentes amenazas que genera el CC. El aumento de las temperaturas repercute sobre todo en la población mayor. Algún estudio (11) señala que la mortalidad debida a este fenómeno entre los mayores de 65 años se ha incrementado alrededor de un 50 % en Europa durante los últimos veinte años. La elevación térmica genera consecuencias negativas en cadena. Entre ellas mayor riesgo de deshidratación, pérdidas en el funcionalismo renal, y posibilidad de complicaciones a nivel cardiovas- cular, respiratorio o del sistema nervioso central. Los datos epidemiológicos de todo tipo confirman esta mayor vulnerabilidad. Cabe recordar que el 75 % de los fallecidos por el huracán Katrina de Nueva Orleans en 2005 tenían más de 60 años, mientras que este grupo de población apenas alcanzaba al 15 % del total (25). También, que las partículas lanzadas a la atmósfera derivadas de la quema de combustibles fósiles contribuyen a incrementar el riesgo de mortalidad y empeoramiento de los pacientes con patología cardiaca o respiratoria en tanta mayor medida cuanto más elevada es la edad de la población analizada (26).

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