Anales de la RANM

253 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 LA GERIATRÍA EN LA REAL ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA DE ESPAÑA Ribera Casado JM An RANM. 2023;140(03): 252 - 258 gerontología en la literatura científica en 1902 (1) y quien primero habló de geriatría fue Ignacio Nascher en el año 1909 (2). Podemos tomar esas fechas como punto de partida para buscar desde cuándo y en qué circunstancias tuvieron lugar estos encuentros entre Academia y especialidad. Para cerrar el círculo del periodo analizado selecciono el año anterior a la decisión académica de atribuir al sillón número 15 su titulación actual. Las vicisi- tudes ocurridas a partir de enero de 2012, interven- ciones oficiales, elección de académicos corres- pondientes nacional y extranjero, convenios, otras actividades, etc. son recientes y bien conocidas, por lo que no me ha parecido necesario detenerme en ellas. DISCURSOS DE RECEPCIÓN ACADÉMICA SOBRE EL ENVE- JECIMIENTO, SUS CAUSAS Y SUS CONSECUENCIAS Los discursos de recepción académica constituyen desde siempre uno de los actos más emblemá- ticos de la Academia. Los relacionados temáti- camente con la vejez y el envejecimiento han tenido lugar al menos en cuatro ocasiones en el siglo que aquí se contempla. El primero, en fecha muy precoz, me sirve para enmarcar el inicio de este periodo. El 3 de julio de 1910, 17 años después de haber sido elegido académico, el Prf D. Amalio Gimeno y Cabañas ( 1852-1936) tituló su intervención como “La lucha contra la vejez”. Un discurso de ingreso que, hasta donde yo sé, es el único en la historia de la RANM que ha sido reeditado, asumiendo el coste de la reedición, en 1946, la Fundación Conde de Cartagena (3). D. Amalio era en 1910 catedrático en la facultad de medicina de la Universidad Central. Antes y después fue ministro de Instrucción Pública hasta en tres ocasiones y mantuvo durante toda su vida un papel muy destacado en la España de la época. Entre sus méritos figura haber rubricado con su firma la iniciativa de D. Santiago Ramón y Cajal para poner en marcha en 1907 la Junta para la ampliación de estudios en el extranjero. Entre 1931 y 1934 presidiría la RANM (4). Merece la pena destacar su sensibilidad sobre unas cuestiones –envejecimiento y vejez- que, aunque revitalizadas en Europa por diferentes investiga- dores de la época, apenas tenían recorrido cientí- fico en nuestro país. También la precocidad con la que la propia Academia se hace cargo de un tema que se presentaba como totalmente novedoso. Su discurso, contestado por otra gran figura del momento, el Prof . Ángel Pulido Fernández , es extenso, sensato y documentado, aunque, lógica- mente, bastante especulativo. Ofrece muchas referencias de los autores clásicos y coetáneos que se habían ocupado del tema, incluido Metchnikov, con cuya obra se muestra relativamente crítico. Sorprende el contenido, vasto y erudito, al tratarse de un hombre con una actividad tan extensa y diversa. Discute los que considera factores respon- sables del envejecimiento, desde la herencia, hasta el tipo de vida, la alimentación, las pérdidas endocrinas o lo que llama “los venenos”. Propor- ciona diferentes recomendaciones cargadas de sentido común y finaliza afirmando “Yo no conozco más elixir de larga vida que el querer vivir”. El segundo discurso de esta naturaleza se produce el 27 de mayo de 1923. Corresponde al profesor de cirugía de la Universidad Central D. León Cardenal y Pujals , y llevaba por título “Ensayos de rejuvenecimiento”. En el mismo se abordaba una problemática entonces muy al alza, que resultaba atractiva para los cirujanos. La base doctrinal en la que sustentaba la exposición correspondía a algo muy cercano a lo que se conocería poco después como teoría endocrina del envejeci- miento. Comentaba D. León el papel que puede jugar en este proceso el declinar del órgano sexual masculino. En el curso de la exposición presenta y discute experiencias quirúrgicas ajenas y también propias en animales de experimentación y en la clínica humana (5). Destacaré que hace justamente un siglo la cuestión del envejecimiento y su posible modulación a través de procederes quirúrgicos resultaba actual y constituía un buen motivo de debate. Más allá de lo que se expone en la presentación, algo que a día de hoy resultaría al menos sorpren- dente, cuando no directamente delictivo, creo que lo más significativo de este discurso es el propio tema elegido, como bien destaca Marañón en su respuesta de bienvenida (6). D Gregorio señala, certeramente, que la vejez, más que tratamientos, requiere profilaxis. Su intervención se puede considerar como una especie de manifiesto contra lo que luego se llamarían procederes antienve- jecimiento, algo en lo que insistirá a lo largo de toda su vida, mostrando un escepticismo creciente y explícito sobre estas formas de proceder. En ese mismo año comenta también el discurso de ingreso en la Academia de Barcelona, centrado en el mismo tema, del fisiólogo Bellido Golferich y la respuesta de la que fue objeto por parte del profesor Augusto Pi i Sunyer. Un inciso para destacar que la relación del académico Gregorio Marañón con la geronto- geriatría fue intensa y mantenida (7). Se llegada a la RANM se produjo el 12 de marzo de 1922, pero sus vínculos con la misma vienen de mucho antes. Había asistido al discurso de ingreso de Amalio Gimeno. Su contenido le motivó hasta el punto de decidir visitar a Metchnikov en Par í s y establecer relaciones con algunos de los biogerontólogos europeos más prestigiosos. Comentó el tema en intervenciones públicas como en una que tuvo lugar en el Ateneo madrileño en 1914, convertida luego en capitulo de un libro (8). Posteriormente, ya en los años 40, introduce en su instituto de patología médica una sección de geriatría, organiza actividades científicas, publica sobre la materia y tiene una participación activa muy directa en la constitución de la Sociedad Española de Gerontología (SEG) (9). La vincula- ción de D. Gregorio con la geriatría fue muy importante y se ha destacado muy poco en el

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