Anales de la RANM

75 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 LIPOMA COLÓNICO OBSTRUCTIVO Díaz Gasaly F, et al. An RANM. 2024;141(01): 73 - 76 (4%) o completa (7%); El sangrado se produce por la ulceración de la superficie mucosa que cubre la lesión, por otro lado, cuando el tumor es pedicu- lado se puede convertir en la cabeza para la invagi- nación, explicando así el sangrado e intususcep- ción (7-8). Las características clínicas pueden simular un cuadro asociado a malignidad, por lo que uno de los mayores desafíos es confirmar el diagnóstico preoperatorio y así poder diferenciar los LC de un tumor maligno. El diagnóstico preoperatorio es difícil, por la ausencia de síntomas y signos específicos. Generalmente se encuentran incidentalmente durante una colonoscopía, TAC de abdomen o cirugía (1,8). En la colonoscopía se visualiza una masa de aspecto graso, ovoide y amarillenta, con tres signos característicamente distintivos: El signo de la almohada o cojín, en que el LC tiene cierta capacidad elástica para volver a su forma inicial al pellizcarse con una pinza. El signo de la carpa, que consiste en agarrar la mucosa con pinzas, produciendo un efecto de carpa y el signo de la grasa desnuda, en que las biopsias pueden provocar una extrusión de grasa amarillenta. Por encontrarse debajo de la mucosa normal, no se recomienda biopsia de la lesión por la casi nula rentabilidad diagnóstica, aumentando el riesgo de sangrado y perforación (8) . El TAC tiene una sensibilidad 70-87% y especificidad 100%, este revela la ubicación exacta, el tamaño del tumor con respecto al segmento de colon involu- crado, el plano en que se encuentra y muestra si hay evidencia de malignidad (9). Los LC se ven como masas hipodensas (-40 -120 unidades de Hounsfield) y uniformes que comprometen la luz del colon. En la resonancia se pueden ver como lesiones bien definidas que son hiperintensas en secuencias T1 y T2, con supresión de la señal en las secuencias de supresión grasa. Los exámenes de laboratorio aportan poco en el diagnóstico, salvo por la anemia que revela sangrado crónico. La colonoscopía virtual permite diagnosticar un LC y una intususcepción, además de permitir examinar el resto del colon en casos de colonos- copía incompleta (8-10). El diagnóstico diferencial es amplio. Dentro de los tumores epiteliales, el principal es el adenocarci- noma, seguido de los tumores neuroendocrinos primarios colorrectales (2-5). Se deben considerar otros tumores mesenquimales como leiomioma y fibroma entre los tumores benignos y tumores del estroma gastrointestinal, y una gran variedad de sarcomas para los tumores malignos. Además de otros tumores no epiteliales como linfomas, Schwannomas y de origen vascular, que son raros de encontrar (4,5). En la histopatología, lo característico es la presencia de adipocitos maduros bien circun- scritos. En la mayoría de los casos, la mucosa suprayacente permanece intacta, aunque las ulceraciones, la necrosis y la calcificación son complicaciones conocidas. Los cambios inflamatorios pueden ser extensos y dar lugar a anormalidades sugestivas de cambios sarcoma- tosos, no obstante, la transformación a liposar- coma es extremadamente rara (10). No se deben confundir los LC con infiltración grasa de la válvula ileocecal, que corresponde a una variante normal. Existen diversas opciones para el tratamiento, estas van a depender principalmente de los síntomas, tamaño y diagnóstico preoperatorio. La resección endoscópica se debe considerar en LC submucosos pediculados sintomáticos menores a 2 cm, para los asintomáticos también podría ser una opción en caso de duda diagnóstica (4,10). No se recomienda la resección endoscópica en LC sésiles o mayores de 3-4 cm, ya que presentan mayor riesgo de sangrado y perforación durante el procedimiento (4,8). Los LC submucosos, a medida que se agrandan, arrastran un pedículo que está libre de músculo o serosa, y que es seguro resecar. Los LC que surgen de las capas musculares o serosas producen invaginación de estas capas en el pedículo a medida que se agrandan en la luz y corren el riesgo de perfora- ción durante la resección (8,10). La resección quirúrgica es la mejor opción de tratamiento para lipomas mayores a 2 cm y sintomáticos, las opciones quirúrgicas son diversas (resección local, parcial o segmentaria del colon) (3-5). Las resecciones limitadas son consideradas adecuadas cuando se establece el diagnóstico preoperatorio. Si existe la duda sobre malignidad, la resección debe ser con criterio oncológico (4-5). En cuanto al abordaje, se deben aprovechar las ventajas ya conocidas de la cirugía laparoscópica. Sin embargo, se deben considerar sus limitaciones como la imposibilidad de palpar, por lo que el tatuaje preoperatorio o la colonos- copia intraoperatoria juegan un rol clave (10). Para los pacientes que se presentan con complica- ciones como obstrucción intestinal, intususcep- ción o hemorragia masiva, la cirugía es la opción terapéutica (4-5,10). La confección de anasto- mosis va a depender de las condiciones locales del paciente y el abordaje, de la experiencia del operador. En suma, la mayoría de los LC son asintomá- ticos y no necesitan un tratamiento específico, solo seguimiento. Aquellos LC sintomáticos menores de 2 cm, también requieren vigilancia o podrían ir a resección en caso de duda diagnós- tica. En ese caso, la resección endoscópica es una opción válida, si hay condiciones locales favorables. En los LC sintomáticos y mayores de 2 cm el tratamiento es quirúrgico, se podría considerar la polipectomía por colonoscopía, teniendo presente el mayor riesgo de complica- ciones. En los casos que no se pueda descartar malignidad, la resección oncológica es impres- cindible (2,5,6,8). Los LC son tumores no epiteliales, raros y benignos. Su latencia y variabilidad de presen- tación es característica. El diagnóstico defini- tivo previo a la cirugía es un desafío, se pueden

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