Anales de la RANM
105 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 EMPLEO DE PLAQUETAS CONGELADAS EN AMBIENTE MILITAR Y CIVIL Navarro-Suay R An RANM. 2024;141(02): 105 - 106 SANGRE CONGELADA PARA VALIENTES: LA GUERRA DE AFGANISTAN, EL CONFLICTO EN UCRANIA Y EL PERVERSO SÍNDROME DE LA PAZ FROZEN BLOOD FOR BRAVE MEN AND WOMEN: AFGHANI STAN WAR, CONFL I C T IN UKRA INE AND THE PERVERSE PEACE SYNDROME Ricardo Navarro-Suay1 1. Teniente Coronel Médico. Servicio de Anestesiología y Reanimación. Hospital Central de la Defensa “Gómez Ulla”. Madrid Palabras clave: Plaquetas congeladas; Síndrome de la paz; Medicina militar. Keywords: Frozen platelets; Peace Syndrome; Autor para la correspondencia Ricardo Navarro-Suay Avda. Dr. Federico Rubio y Galí, 65A, 6ºB · 28040 Madrid Tlf.: +34 650 989 512 | E-Mail: r_navarro_suay@yahoo.es DOI: 10.32440/ar.2024.141.02 .ed01 Enviado: 03.05.24 | Revisado: 13.05.24 | Aceptado: 03.06.24 E D I T O R I A L “Que no se te muera el herido por una hemorragia aguda y por la cuenta que te trae, vuelve vivo a la base” . Esas eran las órdenes que recibía de mi jefe antes de cada misión de rescate aéreo durante la pasada guerra de Afganistán. Hace casi dos décadas, como médico de vuelo, formaba parte de las tripulaciones de los helicópteros españoles destinados al transporte de heridos en la región oeste de aquel país. La mayor parte de las bajas que evacuábamos habían sufrido un traumatismo penetrante por arma de fuego o por un artefacto explosivo improvisado y nuestra máxima prioridad era evitar que fallecieran a consecuencia de un shock hipovolémico hemorrágico (1). Estudios militares estadounidenses demostraban que la primera causa de muerte prevenible en el conflicto afgano era la hemorragia y por ese motivo, todas las sanidades militares allí desplegadas se esforzaban en desarrollar tratamientos hemoterápicos efectivos (2, 3). En el hospital militar de campaña español de Herat (Afganistán) se atendieron desde el año 2005 al 2015 a 32.145 pacientes y de ellos, 923 fueron bajas de combate. A lo largo de esos diez años, nuestras Fuerzas Armadas desarrollaron numerosas medidas terapéuticas para una reanimación del control del daño efectiva en aras de minimizar la mortalidad por hemorragia: se acortaron los tiempos de aeroevacua- ción y de inicio en la atención médica, se protoco- lizó la atención al politraumatizado, se administró de manera habitual calcio, complejo protrombínico junto con ácido tranexámico y se emplearon hemode- rivados y hemocomponentes de forma profusa (1). Sin embargo, nos enfrentamos a un desafío logístico: ¿cómo podíamos asegurar el tratamiento a esos heridos con unidades de plaquetas si la vida media de los trombocitos no es superior a cinco días y la distancia desde el Centro de Transfusiones de las Fuerzas Armadas en Madrid hasta ese hospital militar de campaña era de más de 7.000 kilómetros? Era inviable para Ejército del Aire español emplear aviones dos veces por semana de forma ininterrum- pida durante tantos años para prestar ese cometido sanitario. No disponíamos de suficientes hemató- logos militares para que realizasen una aféresis in situ en ese hospital de campaña. El empleo de sangre completa, aunque se había demostrado que era lo más recomendable, se encontraba con trabas legales nacionales y, finalmente, desde un punto de vista de doctrina OTAN, el suministro de sangre era una responsabilidad de cada uno de los países miembros de esa organización… Como en tantas ocasiones, la historia tenía la respuesta adecuada a este dilema médico. El empleo de unidades de plaquetas congeladas se describió por primera vez en la década de 1950. Médicos militares demostraron que un proceso de congelación de la sangre rápido apenas generaba un sufrimiento celular e incrementaba exponen- cialmente la caducidad de ese hemocomponente (4). Desde 2010, tras alcanzar la certificación en el ámbito de calidad y hemovigilancia, la sanidad militar española contó con esa capacidad y resolvió al fin el reto transfusional en Afganistán. Congelando y manteniendo las unidades de plaquetas a -75ºC, se elevaba a un año la posibilidad de ser transfundidas después de un procedimiento relativamente sencillo de descongelación (5). La experiencia con los heridos en combate fue satisfactoria (6), pero teníamos que avanzar en esta importante línea de investigación Military Medicine.
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