Anales de la RANM

175 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 An RANM. 2024;141(02): 172 - 177 Sanz Serrulla FJ, et al. EL DENTISTA ESPAÑOL DEL SIGLO XVIII absoluta necesidad; imponiéndose á los que contra- vinieren las penas y multas establecidas (15). DENTISTAS EN PALACIO. LA PREFERENCIA FRANCESA El siglo XVII terminaba con la muerte sin descen- dencia de Carlos II, el último monarca de la Casa de Austria. En su testamento, dispuso que el duque de Anjou, hijo segundo del Delfín, “heredara” el trono español, instaurándose así la monarquía bor- bónica, lo cual trajo consigo ciertas prácticas de su país. Con los Borbones cambió el panorama cien- tífico español sobre todo en algo que nos concier- ne muy directamente porque se europeizó el saber quirúrgico en la España del XVIII y ello fue posible por la presencia masiva de profesionales, de pre- ferencia franceses, al servicio de la nueva corona, hecho inexistente en la centuria precedente (16). En el Arte dental se dio este fenómeno como en ninguna otra disciplina relacionada con el mundo sanitario: los dentistas que atendieron a SS. MM. y familia, y aun empleados a su servicio, en este siglo fueron extranjeros en su totalidad y seis de ellos franceses, lo que viene a confirmar tanto esta tendencia como la inexistencia de una odontolo- gía de algún nivel en nuestro país. Así lo diría una copla de 1786 (17) Qué no ocurriría en provincias si en Madrid se con- templaban en las calles actuaciones tan reprobables como la que describe el propio dentista Ventura de Bustos y Angulo en su obrita “El conservador de la dentadura”: Varias veces he visto en plaza pública a un sacamuelas puesto a caballo, sacando a roso y be- lloso cuantos dientes y muelas se ponían por delante, sin examinar primero cuál fue la causa del dolor. Y acercándome un día para ver y enterarme mejor de sus hazañas, advertí que además de sacar las muelas gratuitamente regalaba también un papelote don- de advertía de sus específicos y recetas para varios males. Y concluida su operación, ensartaba en una cuerda, a manera de cuentas de rosario, los despojos de las bocas, tal vez inocentes, sin duda para poner- las por señal y muestra de un ejercicio, como vemos colgadas por varias partes (18) . El propio Ventura de Bustos, que había alcanzado alguna fama en Ma- drid como dentista acreditado, teniendo que ver en ello la acogida de su divulgativo libro, se vería obligado a incluir en la segunda edición del mismo un retrato suyo para identificación por parte del público, pues le habían llegado noticias de suplan- tación de identidad en algunas localidades. EL DENTISTA EN LA PRENSA La prensa no especializada ha llegado a convertir- se en una fuente complementaria no desdeñable, al contrario, muy válida sobre todo en aspectos so- ciales. En lo que venimos tratando, el dentista se anunció en los periódicos de la época, si bien nos referiremos al más presente de ellos, la “Gazeta de Madrid”. El primer reclamo profesional es de fecha 19 de marzo de 1739, anunciándose Pedro Gay (Pierre Gay), avecindado en la capital del reino, y así se explica: Don Pedro Gay, Cirujano Dentista de S.M. hace sa- ber al publico, que compone perfectamente la denta- dura gastada, mal cuidada, ò caída: cuya experien- cia ha adquirido con la aplicacion, y larga practica que ha tenido en Parìs, y otras partes, con que ha logrado saber limpiar los dientes con ligereza, y qui- tarles la toba sin dañar el esmalte: Saca las muelas, dientes, y raìces con destreza, los separa y emploma con methodo; y si alguno estuviesse dañado, impide que el mal passe adelante: Pone dientes postizos, imi- tando à los naturales de tal manera, que es imposible conocerlos; y si faltare toda la dentadura, hará una caxa de ella, que no solamente sirva para la vista, sino también para la masticación: Pone dientes, que a los quince días estàn tan firmes como los otros, assegura los que empiezan à moverse, è iguala las muelas, y dientes torcidos, y diformes, y fortalece la encías, y cura los males que sobrevienen à la boca, y afectos escorbuticos. Cura à los pobres de valde; y vive en la Red de San Luis, frente de la fuente (19). Esta era la oferta de Gay. Más allá de ser un simple sacamuelas, realizaba un amplio abanico de opera- ciones bucales que expone en lenguaje sencillo y que en la actualidad se corresponden con tartrec- tomía (“limpiar los dientes”), exodoncia (“saca las muelas, dientes y raíces”), obturación (“emploma”), prostodoncia (“pone dientes postizos”), ortodoncia (“iguala las muelas y dientes torcidos, y diformes”) y periodoncia (“fortalece las encías”), llegando in- cluso a sustituirlos con dentaduras que cumplían no sólo un fin estético, que también, sino funcio- nal. Semejante abanico de operaciones no era habi- tual entre los dentistas de la época. Por no ceñirnos a uno sólo, reflejamos otro anun- cio de los muchos de la época, si bien tienen una redacción similar. Se trata del dentista madrileño Antonio de Antonio y así dice: D. Antonio de Antonio Maestro Dentista aprobado por el Real Proto Medicato, y con especial permiso del Consejo de Castilla para exercer ámpliamente las funciones de su arte, participa al Público que saca las muelas con habilidad : hace dientes pos- tizos y caxas enteras tan á lo natural por ir embu- tidos de coral que imita las encías; limpia las den- taduras, y emploma las ahugereadas. Vive en las Quatro-calles, sobre la Lotería que hace esquina á la calle de la Cruz, en el quarto principal. Sirve á los pobres de limosna (20). Igualmente, las habilidades de este dentista que- dan claramente reflejadas, no de forma tan amplia como ocurre con su colega Gay, pero bien cierto es que no se limita a ser un simple sacamuelas de lo que también da testimonio esa “aprobación” por el Protomedicato y el permiso del Consejo de Casti- lla. Sin duda, un profesional en regla, lejos de los aparatosos ambulantes. Conviene dejar claro, insis- timos, que estas diferentes facetas del arte dental

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