Anales de la RANM

228 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 ORTOGERIATRÍA Ribera Casado JM An RANM. 2024;141(03): 221 - 231 torias, utilizar anestesia raquídea y vigilar estrechamente el metabolismo hidroelectrolítico (46). Un estudio prospectivo muy ambicioso de la Universidad de Lovaina sobre la fractura osteoporótica pretende confirmar el valor de incorporar la geriatría al equipo quirúrgico. Medirán las complicaciones hospitalarias, los cambios en la situación funcional, el grado de recuperación para las actividades instrumen- tales, la movilidad y el estado nutricional. También el deterioro cognitivo, la calidad de vida, la vuelta al domicilio, las readmisiones, la incidencia de nuevas caídas y la mortalidad. Incorpora igualmente un análisis de la relación coste/beneficio (47). El mismo grupo ha consta- tado una aceptación muy elevada del cambio de sistema hacia modelos más intensos de colabo- ración ortogeriátrica entre los profesionales implicados (48). Hay publicaciones focalizadas en aspectos muy específ icos. En el Ruino Unido un estudio de seguimiento valoraba las infecciones, la mor talidad intrahospitalaria y la comorbilidad, comparando sus hallazgos con datos previos del propio centro. La conclusión más positiva es que la colaboración or togeriátrica redujo la tasa de infecciones en los pacientes con deterioro cognitivo y, también, la mor talidad global asociada a cualquier tipo de infección (49). Otro trabajo analiza de forma prospectiva dos modelos de funcionamiento or togeriátrico con un total de 516 pacientes (edad: 84 años). La principal conclusión es que los mejores resultados se obtienen cuando la ortogeriatría funciona como unidad integrada y autónoma, mientras son menos positivos cuando la colabo- ración se reduce a una llamada al geriatra como consultor (50). La influencia de la edad en la recuperación funcional ha sido estudiada en el Hospital Gregorio Marañón (Madrid). Comprueban que el tiempo transcurrido entre la cirugía y la capacidad para deambular aumenta de manera significativa en paralelo con la edad del paciente (51). Un problema f recuente lo plantea el deterioro cognitivo severo. En España existen estudios al respecto desde hace años (52-53). La evidencia muestra que cuando se f racturan la cadera estos pacientes el tiempo dedicado a rehabilitarlos es más breve y menos intenso. Desde la or togeriatría han surgido propuestas recogiendo experiencias y apuntando medidas que pudieran mejorar estas deficiencias (54). Una apor tación impor tante procede del grupo de trabajo del RNFC. Durante el periodo 2017-2019 se habían incorporado al registro 21.254 pacientes procedentes de 76 hospitales. En 17.242 se pudo valorar su situación mental a través del SPMSQ ( Shor t Por table Mental Status Questionnaire). El 52.6% tenían un “score” superior a dos (peor estado cognitivo). Este grupo se caracterizaba por ser de mayor edad (87,7 vs 85,3 años), tener peor movilidad y mayor tendencia a vivir en residencias. Sus posibilidades de ser inter venidos eran menores y la mor talidad mayor. La rehabili- tación precoz era más pobre, recibían menos tratamientos antiosteoporóticos y regresaban menos a su domicilio. En todos estos paráme- tros las diferencias alcanzaron una signif ica- ción importante (p<0.001) (55). Una iniciativa interesante ha sido la aparición, como complemento de las unidades or togeriá- tricas de los FLS (Fracture Liaison Ser v ices) que buscan la prevención secundaria de las f racturas osteoporóticas, un problema f recuente, no resuelto y con enormes costos económicos y en términos de salud (56). Su referencia son las directrices establecidas por el “marco asistencial de excelencia BPF” (Best Practice Framework) de la Fundación Interna- cional de Osteoporosis, incorporado en España por la SEIOMM (Sociedad Española de Investi- gación Ósea y de Metabolismo Mineral). Por razones de espacio no detallo este programa que puede buscarse en otro lugar (57). A MODO DE CONCLUSIONES 1. Nos encontramos ante un problema de alta incidencia y prevalencia cuyas características más comunes son a) la edad avanzada de los pacientes (media entre 80 y 87 años), b) ser mujeres más del 75%, c) deterioro brusco y severo del estado funcional, d) mucha comorbilidad previa y perioperatoria, e) riesgo alto de complicaciones hospitalarias, e) comprometer seriamente la calidad de vida posterior, f ) ) necesidad de un seguimiento intenso a corto, medio y largo plazo 2. En los últimos 40-50 años se ha producido un cambio espectacular en la forma de aproxi- marse al problema. La manera tradicional, centrada prácticamente al cien por cien en los servicios de traumatología, ha sido y es progresivamente sustituida por lo que se conocen como unidades ortogeriá- tricas, donde trabajan en común cirujanos y geriatras, con otros profesionales implicados. 3. La experiencia contrastada en la literatura demuestra las ventajas múltiples de esta forma de aproximación (tabla 5). 4. Queda mucho camino por recorrer, pero la experiencia acumulada muestra que la ortogeriatría sigue avanzando en cuestiones cada vez más específicas, pero siempre importantes en términos de salud y de calidad de vida. También mejora la economía del sistema.

RkJQdWJsaXNoZXIy ODI4MTE=