Anales de la RANM
250 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 SERENDIPIA Y MEDICINA Maojo V, et al. An RANM. 2024;141(03): 248 - 258 • La anestesia tuvo también un descubrimiento serendípico, cuando Wells asistió a una representación en el famoso circo Barnum, en la que se ofrecía una actuación con el ya conocido gas hilarante, que producía risas incontroladas. En ella, un participante sufrió una aparatosa herida, pero aparentemente no sintió dolor tras haber inhalado el gas. Wells, que era dentista, reconoció al momento su posible relevancia médica y comenzó entonces su aplicación en su consulta. Después de varios fracasos experimentales, se demostró en 1846 su uso como anestésico en operaciones quirúr- gicas (8). En esta misma referencia, Cannon cita más ejemplos como son los descubri- mientos de la regulación vasomotora del sistema nervioso por Bernard, la anafilaxia por Ricetteo el descubrimiento de la vitamina K por Dam. Asimismo, el refresco más consumido y conocido mundialmente, la Coca-Cola, tiene también un origen serendípico. Fue patentada en 1886, como “Pemberton’s French Wine Coca”, para propósito medicinal, como un estimulante tónico y nervioso y un posible remedio para los dolores de cabeza. Este derivado de la zarzaparrilla española llegó a ser más tarde el refresco más consumido del mundo y de siempre. Sea como fuere, no se discute ya actualmente la importancia de los descubrimientos serendípicos y, sin embargo, en gran medida, sigue siendo una gran incógnita ya que, al menos de momento, el ser humano no puede controlarla ni producirla. Con todo, presenta una gran historia, llena de colorido y multitud de anécdotas. Ya en 1674 Robert Hooke, por algunos calificado como el azote de Newton -por las veces que le enmendó la plana-, aludía, aunque sin citarla, pues no conocía el término que se acuñó años más tarde, a la importancia de la serendipia en la investigación avanzada. En efecto, Hooke describía la invención como “sólo un golpe de suerte del azar”. Y escribió: “Descubriremos rápidamente que el número de observaciones e invenciones considerables recopiladas de esta manera superará cien veces a las que se encuen- tran intencionalmente”. (9). Lo más curioso del caso es que el propio Hooke fue beneficiario de la serendipia sin ser consciente de ello, y no reconoció su importancia. Así ocurrió cuando buscando el “paralaje” estelar se dio de bruces, serendípica- mente, con la aberración astronómica. Se define “paralaje”, del griego cambio o diferencia, como el cambio aparente de la posición de un objeto que ocurre al mirarlo desde dos posiciones distintas. En astronomía, paralaje es la desviación angular de la posición aparente de un astro, dependiendo del punto de vista, elegido para observarlo. La importancia de la paralaje en la época de Robert Hooke era debida a que resultaba ser un experi- mento crucial para dilucidar cuál de los dos sistemas del mundo el geocéntrico, de Ticho Brahe, o el heliocéntrico de Copérnico, era correcto. El término aberración es polisémico hasta el punto de que el DRAE da varias explicaciones distintas del mismo. En astronomía, es el desvío aparente de los astros, resultante de la combinación de la velocidad de la luz con el movimiento de la Tierra. Quién sí lo aprovechó fue, años más tarde, en 1727, James Bradley (10). En 1775, Priestley corroboró la conclusión de Hooke al establecer que “se debe más a lo que llamamos azar, es decir, filosóficamente hablando, a la observación de acontecimientos que surgen de causas desconocidas, que a cualquier diseño adecuado o teoría preconcebida”(11). En un sentido similar, Bridgman (12), comentaba: “Cuán rara vez el curso del desarrollo científico está determinado por factores que son bastante fortuitos en cuanto a cualquier conexión con el propósito humano inmediato”. Opinión que comparte Merton (13): “Será una profesión de fe bastante humillante, ya que atribuyo un papel considerable al azar”. Asimismo, Michel de Montaigne atribuía los éxitos en medicina principalmente a la buena fortuna (14). Por su parte, Root-Berstein (15) pensaba que la invención era guiada por la intención, pero el descubrimiento por la sorpresa. Harwitt, tras examinar 43 fenómenos cósmicos, concluyó que aproximadamente la mitad tuvieron lugar de una manera serendípica (3). TIPOS DE “SERENDIPIA” Los descubrimientos pueden tipificarse, que no clasificarse, como sigue: 1. No serendípicos, aquellos en los que se encuen- tra lo que se busca. A su vez, se dividen en: a. Puros: Se busca X y se encuentra X, sin más. La inmensa mayoría de los descubri- mientos son de este tipo. b. Pseudoserendípicos: Se busca X y, por “chiripa”, se encuentra X. Por ejemplo, el principio de Arquímedes y la penici- lina por Fleming. Sería un descubri- miento, casual, de una solución concreta a un problema que ya se estaba investi- gando. Posteriormente se describen estos dos descubrimientos, que justifican esta categoría pseudoserendípica. 2. Serendípicos: Se busca X y fortuitamente se en- cuentra Y, que no se buscaba y es tan bueno o mejor que X. Se subdividen en: a. Puros: Se busca X y se encuentra Y. Por ejemplo, el descubrimiento de América. La mayoría de los descubrimientos serendí- picos citados previamente son de este tipo. b. Con “propina”. Se busca X y se obtiene X e Y. Por ejemplo, el computador. Dentro de este tipo de serendipia hay algún caso, en que la propina es múltiple, como es el caso
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