Anales de la RANM

252 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 SERENDIPIA Y MEDICINA Maojo V, et al. An RANM. 2024;141(03): 248 - 258 generación espontánea, mostró en 1874 la acción antibacteriana del Penicillium glaucum. Su informe fue leído ante la Royal Society of London en 1876 y publicado como monografía en 1881(20). Sin embargo, Tyndall no prestó la debida atención a sus observaciones y no intentó determinar el mecanismo de la acción que había descubierto. Hay un caso de pseudoserendipia en medicina que no ha sido muy comentado como tal. Uno de los autores de este artículo tuvo conocimiento de este tema por una carta personal enviada a él por el mismo autor del descubrimiento, el médico austra- liano Barry Marshall, que obtuvo el premio Nobel de Fisiología y Medicina por el descubrimiento de la relación directa que existe entre el Helicobacter Pylori y la úlcera gástrica. En esta carta Marshall describía cómo, al investigar diversos aspectos de la úlcera gástrica a través de búsquedas de artículos relacionados, en Medline, aparecieron varios de ellos que mencionaban el Helicobacter pylori en casos de úlcera gástrica. Marshall escribió una comunicación sobre este tema y quiso publicarlo en una conferencia local; pero sorprendentemente, -o no tan sorprendentemente ya que la hipótesis principal existente en aquel tiempo relacionaba la úlcera gástrica con el estrés, y la aparición de una bacteria no resultaba convincente por la falta de datos concluyentes-, esa publicación fue una de las pocas que no fueron aceptadas en esa conferencia. Ante esta situación, Barry Marshall decidió ingerir una muestra con Helicobacter pylori, que le produjo una úlcera gástrica que luego tuvo que ser tratada con antibióticos, mostrando en este caso singular esta posible relación, luego confirmada en múltiples investigaciones posteriores. Este ejemplo muestra también la importancia de no confundir correlaciones con relaciones causales, ya que antes de este descubrimiento todos los datos existentes en la casuística del tema parecían indicar la relación directa entre estrés y úlcera gástrica. De repente la aparición de esta bacteria, el Helicobacter pylori, hizo que esta hipótesis fuese automáticamente modificada, para indicar la relación causal directa entre la batería y la úlcera gástrica. Inmediata- mente después del descubrimiento de Marshall, los mismos datos que apuntaban al stress como causa ahora confirmaban la etiología bacteriana. Nota: no ha sido la primera vez que un investigador experimenta consigo mismo una hipótesis cientí- fica, ¡pero el elevadísimo número de fracasos, y sus consecuencias, sugieren que este método de experi- mentación no es el más adecuado! Hay otros tipos posibles de descubrimientos indirectamente relacionados con la serendipia, pero que realmente no pueden ser llamados como serendipia pura o incluso pseudoserendipia. Un ejemplo sería cuando uno encuentra -por casualidad o sin ella-, no un fenómeno aún no descrito antes, sino a otra persona que ha descubierto algo o generado una hipótesis que puede conducir a toda una nueva investigación científica, pero que no se ha percatado de su relevancia en la misma u otra área científica. Hay múltiples ejemplos, algunos llamativos. Así, en 1925, un joven Norbert Wiener, padre de la Cibernética,impartió una conferencia en la Universidad de Göttingen, Alemania, sobre los estudios que había hecho sobre la armonía musical -la vibración de una cuerda de una guitarra como ejemplo, en frecuencia y duración en el tiempo- y cómo la precisión en el tono implicaba una cierta vaguedad en la medición del tiempo, y viceversa. Aunque Wiener mismo era un gran experto en mecánica cuántica, en esa conferencia estaba Werner Heisenberg, que posteriormente, en 1927, habría comprendido la relevancia de la presen- tación de Wiener y, trasladando el concepto a la mecánica cuántica, describía su famoso Principio de Indeterminación. Este describe cómo no es posible medir a la vez la posición y momento de una partícula en el nivel cuántico, usando el mismo tipo de razonamiento que había usado Wiener, sin citarlo (21), cometiendo posiblemente así el “quasiplagio” que podríamos denominar “nostri- ficación”. Este término, adaptado del alemán “nostrifizieren”, y propuesto para su inclusión en el DRAE por los autores y otros colegas, se usaba en las universidades alemanas para hacer suyos los títulos otorgados por otras universidades también alemanas. Un competidor de Einstein, Max Abraham, que fue quien lo popularizó, lo usaba para señalar a quienes tomaban una idea, teoría, procedimiento, etc., ajeno y lo modificaban justamente lo suficiente para que pareciera propio, por lo que tiene matices diferentes al término castellano “apropiación”. Se ha propuesto repeti- damente que el propio Einstein habría sido, él mismo, un nostrificador, lo que paradójicamente él mismo denunció al gran matemático David Hilbert, en relación a su Teoría de la Relatividad General. David Hilbert había escuchado en una conferencia la investigación que Einstein estaba haciendo para encontrar esta teoría, y Hilbert pensó él mismo en buscar la solución por métodos matemáticos, no experimentales, que encontró sólo unos pocos días más tarde que el propio Einstein, en una carrera científica histórica (22). Hay múltiples ejemplos de este tipo de sucesos en la ciencia, cuando un despierto científico escucha o lee a otro científico -muchas veces de otras áreas científicas- que no ha sido consciente de la importancia de lo que ha comentado en una conferencia o artículo y lo aprovecha para su propio trabajo. Aunque hay en estos casos un componente mayor de “nostrificación” -hacer de uno mismo, o de varios, lo que es originalmente de otros, en resumen de un tema muy amplio en ciencia-, que la propia casualidad de coincidir en un momento y tiempo concreto con otra persona que ha hecho una observación que va a ser clave posteriormente. Otro ejemplo de nostrificación puede ser el famoso artículo sobre la teoría de la relatividad especial de Einstein, de 1905 (23), que olvida incluir referen- cias concretas de otros científicos como Poincaré, Lorentz, etc, sin los cuales no habría podido escribir su artículo. Se cita muchas veces la literaria historia de Einstein paseando e imaginando cómo la luz pasa por los árboles y cómo él, ya desde adolescente, imaginaría espacios curvos y paradojas de gemelos viajando en naves espaciales en el tiempo, pero más bien se debería pensar en su imaginación encendida por las lecturas de otros científicos previos.

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