Anales de la RANM

31 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 FIBRA ALIMENTARIA Y DIABETES TIPO 2 Pérez-Jiménez J An RANM. 2025;142(01): 30 - 40 INTRODUCCIÓN La fibra alimentaria está presente en todos los alimentos de origen vegetal. Aunque las defini- ciones tradicionales la consideraban exclusiva- mente constituida por ciertos carbohidratos no digeridos por el ser humano (siendo la celulosa el más conocido), la investigación en las últimas décadas ha mostrado que la fibra alimen- taria incluye otros componentes asociados al esqueleto central de carbohidratos, entre los cuales destacan los compuestos fenólicos. Esta característica de la fibra es reconocida por definiciones actualizadas, como la de la Unión Europea, que indica que la fibra puede contener diversos compuestos (compuestos fenólicos, ceras, saponinas, fitatos, cutina o fitoesteroles) que son constituyentes de la misma cuando aparecen asociados a carbohidratos no digeri- bles (1), pero no si lo hacen de manera indepen- diente. De hecho, al considerar la fibra alimen- taria desde el punto de vista de la salud, más allá de una consideración puramente química, resulta relevante realizar una definición fisioló- gica. Y es bajo este enfoque donde el aspecto más importante de la fibra es su incapacidad para ser absorbida en el intestino delgado, llegando intacta al intestino grueso. Esta característica, que durante un tiempo se consideró una limita- ción de la fibra (al no aportar, aparentemente, nutrientes digeribles para el organismo), con el tiempo mostró ser un aspecto clave en sus efectos en salud (2). Ya que, como se indicará después, la llegada de la fibra al intestino grueso tiene una importante relevancia fisiológica, a través de diversos mecanismos de acción. Actualmente, se tiende a reconocer la importancia en salud de una ingesta adecuada de fibra. Pero es posible que, incluso entre algunos profesionales de la salud, no se conozca en detalle la relevancia de este constituyente alimentario. Por ejemplo, un análisis de las causas de muerte asociadas a la alimentación en 195 países en el año 2017, concluyó que un millón derivaban de la ingesta inadecuada de f ibra (3). A pesar de esta evidencia, obtenida también en múltiples estudios de inter vención y obser vacionales realizados en las últimas décadas, las ingestas de f ibra en la mayoría de los países siguen estando por debajo de las recomendaciones oficiales (3). Por otro lado, tradicionalmente los efectos en salud de la ingesta de fibra se han asociado exclusivamente a una reducción del riesgo de diversas enfermedades intestinales. Lo cual es cierto y, por ejemplo, en el caso del cáncer colorrectal, la fibra es el constituyente alimen- tario con un efecto más claro en la reducción de su riesgo a partir de las evidencias encontradas, entre otros, en la cohorte EPIC, European Prospective Investigation into Cancer and Diet (4). Pero los beneficios de las dietas altas en f ibra van mucho más a l l á . As í, un aná l is is integ rado de 158 e stud i os prospec t ivos y 58 ens ayos cl íni cos concluyó que ex ist í a una ev i denc i a “mode rada” sobre l os e fec tos de l a f ibra en f ac tore s de r i e sgo card i ovas cu l ar como el col e ste rol pl asmát i co o l a tens i ón ar te r i a l, as í como en l a mor t a l i dad card i ovas- cu l ar. Ot ra patol og í a en l a que l a f ibra a l imen- t ar i a ha most rado un papel rel evante en su modu l ac i ón e s l a d i abe tes tipo 2, aspecto en el que se centrará el presente artículo. La diabetes tipo 2 (DT2) es la enfermedad metabólica con mayor prevalencia en el mundo, afectando a uno de cada 10 adultos (5). Las alteraciones asociadas a esta patología van mucho más allá de una desregulación del metabolismo glucídico, implicando a otros procesos f isiológicos (estatus oxidativo, respuesta inf lamatoria, composición de la microbiota) y dando lugar a múltiples comorbi- lidades asociadas (enfermedades cardiovascu- lares, esteatosis hepática o enfermedad renal crónica, entre otras). En este contexto, existe un amplio interés por encontrar estrategias, no solo farmacológicas, que ayuden tanto a reducir el riesgo de esta patología como a f renar su progresión. Y, entre los parámetros de estilo de vida, la alimentación juega un papel clave. Por ejemplo, el último consenso conjunto de la Asociación Americana de Diabetes (ADA) y la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) indica que el tratamiento nutricional es un aspecto integral del manejo de la DT2 (6). Por lo que se ref iere a la preven- ción de la DT2, existen patrones dietéticos asociados con un aumento del riesgo de desarro- llar esta enfermedad, como las dietas ricas en los llamados alimentos ultrapocesados (7), a la vez que ciertos constituyentes han mostrado un efecto beneficioso en la reducción del riesgo de esta patología. Tal es el caso de la fibra. FIBRA Y DIABETES TIPO 2: EVIDENCIAS EPIDEMIOLÓGICAS Desde hace varias décadas, los estudios prospec- tivos realizados en cohortes de múltiples países han mostrado una tendencia consistente en lo que se refiere a la asociación entre una mayor ingesta de fibra y la reducción del riesgo de DT2, en algunos casos incluyendo estimaciones cuanti- tativas sobre la reducción del riesgo alcanzada en función del incremento en los gramos diarios de fibra. Uno de los mayores trabajos en este ámbito, publicado en el año 2000 (8), fue el realizado en el Estudio de Salud de las Mujeres de Iowa, una cohorte ampliamente estudiada en la que más de 35.000 mujeres entre 55 y 69 años de edad tuvieron un seguimiento a lo largo de seis años. Los autore s encont raron un RR en Q5 re spec to a Q1 de 0 , 78 (95% CI 0 ,64-0 , 96 , P- trend= 0 , 0089) . Cabe de st acar que incluso en Q5 l a med i ana de inge st a de f ibra e ra de 26 , 5 g /d í a , l o que mue st ra el e s caso grado de cumplimiento de las recomendaciones de ingesta de 25-30 g/día.

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