Anales de la RANM

88 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 PROCESO DE MORIR EN EL HOSPITAL Herrera Abián M, et al. An RANM. 2025;142(01): 82 - 91 haber realizado un análisis en función del GRD, nos muestra cómo se han utilizado los recursos según diagnóstico y especialidad y puede guiarnos en futuras investigaciones. Es destacable en nuestra investigación que los fármacos que utiliza el grupo UCP son dirigidos al control sintomático desde las 72 horas previas al fallecimiento lo que indica mucho más acierto en el enfoque terapéutico y asegura un buen control sintomático. Esta medicación no la encontramos con tanta frecuencia en el grupo No-UCP donde el gastro farmacológico es mucho mayor y los fármacos no parecen los más adecuados en final de vida. Se ha demostrado que los pacientes que reciben CP presentan mejor calidad de vida y menor riesgo de desarrollar síntomas depresivos (32); también utilizan menos recursos sanitarios (33). Nuestro estudio cualitativo reveló experien- cias diametralmente opuestas: los familiares de pacientes UCP destacaron control sintomático efectivo y comunicación clara, mientras el grupo NO-UCP reportó deficiencias en manejo del dolor y oportunidades perdidas para despedidas. Nuestro estudio muestra que los familiares experi- mentaron la oportunidad de prepararse para la muerte de sus seres queridos como una ayuda para comprender y aceptar la situación, lo que facilitó el proceso de despedida. Experiencias similares encontramos en otros estudios de la literatura, donde las familias muestran que la mejora de la comunicación está claramente relacionada con una mayor satisfacción (34,35). Por lo tanto, vemos que esta gestión adecuada de recursos de nuestro estudio no solo hace el sistema más sostenible, sino que evita molestos y dolorosos procedimientos a los pacientes en final y así nos lo narran las familias entrevistadas. Teniendo en cuenta que la mayoría de la población fallece en hospitales, es fundamental buscar criterios de calidad para esta etapa. Gracias a este estudio mixto podemos analizar varios aspectos de la calidad asistencial y calidad de muerte en nuestro centro, e intentar definir unos modelos ideales. Donabedian define la calidad de la asistencia sanitaria como “el nivel de utilización de los medios más adecuados para conseguir las mayores mejoras en la salud” (36,37). De todas las dimensiones de calidad asistencial definidas por él, vemos que en nuestro estudio destacan la eficiencia, la satisfacción y la adecuación. Fruto de esta investigación, la bibliografía, y nuestra experiencia proponemos este decálogo de actuación que inspire a los profesionales a la hora de atender a sus pacientes en final de vida (Tabla 4). Derivamos en tres imperativos asistenciales tras analizar este estudio: la integración precoz de paliativos en hospitales, el desarrollo de protocolos para limitación de tratamiento en pacientes con alto riesgo de mortalidad y la formación transversal en comunicación de malas noticias y control sintomático para todos los especialistas. Esta formación es básica siendo los médicos testigos de excepción de la vida humana como dice Herrera (38), más aún en el periodo final. Tabla 4. Decálogo de Calidad en Final de Vida 1 Acceso a Cuidados Paliativos o a un experto en pacientes complejos 2 Participación del paciente y su familia en la planificación de cuidados 3 Historia clínica completa: valores, social, espiritual y especificar el techo terapéutico 4 Dignidad del paciente. Implantación del Cuestionario TIME (This Is ME) 5 Información sincera, tolerable con tiempo y compasión 6 Facilitar la despedida, ayudar a afrontar la muerte y acompañar a la familia en el final 7 Favorecer acompañamiento espiritual. Habitación individual 8 Adecuado control de síntomas, comprobaciones y rescates 9 Minimizar uso de fármacos, profilácticos, suplementos… Planificar el horario de medicación 10 Evitar vías intravenosas (usar vía subcutánea), frenar pruebas innecesarias y ventilación mecánica invasiva. Minimizar intervenciones y traslados.

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