Anales de la RANM
28 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O An RANM. 2025;142(01).supl01: 24 -28 NECROLÓGICA EN MEMORIA DE MANUEL ESCUDERO FERNÁNDEZ Joaquín Poch Broto A veces he pensado que para un niño esta imagen de su padre, omnipotente siempre, atravesando un arco gótico y autoridad médica del lugar, podría haber sido ese latigazo germinal de una vocación que, tanto en su caso como en su hermano, habría de mantenerse toda la vida. La vocación es algo que fragua lentamente, va configurando nuestro ser interior y va realizando de forma integral al individuo que llevamos dentro y que la siente. En Escudero se produce este proceso a partir, seguro, del ejemplo de su padre. Una vocación nunca doblegada le llevó a ser un médico cabal, un médico placebo como decía Domingo Espinós, de esos que consuelan y alivian con su sola presencia. Es ese tipo de individuos siempre fiel a sus pacientes y con lealtad al oficio. Estoy convencido que lo que mejor caracterizó a Escudero fue su profesión de médico. Ni su condición de Catedrático, jefe de servicio, presidente de esto o de lo otro se acerca tanto al meollo de su naturaleza, como su realidad profesional. No es un señor que es médico entre otras cosas, es un médico que además hace un millón de cosas más. Es un tipo que hace por sus pacientes todo lo que puede, lo mejor que sabe y con delicadeza exquisita. LA FAMILIA El vínculo familiar fue para Escudero de una importancia singular. Su padre fue el ejemplo que nunca decae, su madre maestra iniciática y consejera siempre, su hermana Gloria, hermana única que no es poco en una familia, su otro hermano, Boni, el gran pediatra, fue su alter ego. Su pérdida la percibió como una catástrofe de las que desgarran por dentro y cicatrizan malamente. Se casó tarde pero bien. De Teresa Navarrete, su esposa durante casi 50 años, nunca pensó que pudiera existir otra mejor y en esto, mucho más que en otras cosas, estoy seguro de que tenía toda la razón. Tuvieron 6 hijos magníficos, cada cual según su variante y educados todos con éxito en el valor, la fortaleza y la solidaridad intrafamiliar. La familia fue para Escudero ese respaldo de seguridad y comprensión tan útil para verterse al exterior sin dudas. Él la correspondió durante toda su vida con una devoción sin fisuras. LOS ÚLTIMOS AÑOS Se fue retirando de la vida social a medida que los achaques y molestias le fueron cercando. Lo toleró todo con paciencia razonable, aunque ya sabemos que esta es una virtud de viene y va. Tanto es así que se cree que para mayor pedagogía y hace muchos siglos, fueron arrancadas del libro de Job las páginas menos favorables para el santo. Pero si la paciencia puede no ser constante, lo que si lo fue siempre fue su inteligencia vigilante hasta el final, su gusto por la familia y sus amigos y sobre todo, un admirable sentido de la dignidad y el decoro personal. Acercándonos al final advierto que he dejado muchas cosas en el tintero: sociedades, presiden- cias, condecoraciones, honores diversos de por aquí o por allí, pero lo más importante no son los recono- cimientos sino aquello que es reconocido y esto es, más o menos, de lo que he venido hablando, tal vez muy deprisa, tal vez no muy bien, pero no he querido caer en el vicio del maestro catecúmeno que lo quiere decir todo. L´ennuie de tout dire que dicen los franceses La Memoria de Escudero no merece ser motivo de aburrimiento para nadie, la Academia no merece caer en el sopor por el runrún de mis palabras ni ustedes que agote su paciencia. Voy terminando. Si empezábamos con la historia de un cardenal, recuerdo ahora una historia judía: Cuando al rabino Hillel, un gentil impertinente y con ánimo de burla le pidió que le enseñara la Torá muy deprisa y a toda velocidad (son más de 600 mandamientos) este, sin incomodarse, le contestó: “No hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti. Esa es toda la Torá, lo demás es comentario”. De Escudero podríamos decir algo parecido. Manuel fue un hombre íntegro y de corazón limpio, lo recordaré siempre como un sujeto moral de primera magnitud. ¿Lo demás? lo demás es puro comentario. Muchos hombres inteligentes se acercan a la muerte con desengañada melancolía, pero no él, que terminó sus días seguro de la Misericordia que dicen muchos, aun no habiendo pasado por el trance, que ahuyenta el temor y da una gran serenidad. A la familia la Academia le desea consuelo y también el sentimiento de haber sido enriquecida con su presencia. El consuelo es un regalo que nos suele conceder el tiempo, lo segundo es posible que lo encontréis en el recuerdo de la que para cada uno de vosotros haya sido su mejor versión. DECLARACIÓN DE TRANSPARENCIA El autor/a de este artículo declara no tener ningún tipo de conflicto de intereses respecto a lo expuesto en el presente trabajo. Si desea citar nuestro artículo: Poch Broto J. Sesión necrológica en memoria del Prof. Manuel Escudero Fernández. An RANM. 2025;142(01).supl01: 24– 28. DOI: 10.32440/ar.2025.142.01.supl01. art05
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