Anales de la RANM

141 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 Pozo MA, et al. An RANM. 2022;139(02): 140 - 149 MODELOS EXPERIMENTALES DE EPILEPTOGÉNESIS La epilepsia es una enfermedad neurológica crónica y heterogénea caracterizada clínicamente por una predisposición a padecer crisis epilépticas recurrentes, entendiendo éstas como episodios paroxísticos de signos y/o síntomas provocados por una actividad neuronal anómala, excesiva y sincrónica en el cerebro (1). Tiene una prevalencia aproximada a nivel mundial del 0.5 al 2%. Cada año se diagnostican unos 2,4 millones de nuevos casos. En Europa hay 6 millones de pacientes diagnosticados con epilepsia suponiendo un coste económico estimado de 15.500 millones € anuales para el sistema sanitario. En España se estima que hay 400.000 pacientes, siendo una de las enferme- dades que más afecta a la calidad de vida del paciente según la Sociedad Española de Neurología (https://www.sen.es/saladeprensa/pdf/Link270. pdf ) . Este manuscrito tiene como objetivo revisar el proceso de epileptogénesis mediante el uso de técnicas de neuroimagen en modelos animales. Además, se presentan resultados de nuestro labora- torio que sugieren un papel homeostático de la glía en las alteraciones metabólicas que acompañan a la epileptogénesis. Las crisis epilépticas se clasifican en base a diferentes características. Así, según su inicio, se clasifican en crisis focales, generalizadas o de inicio no determinado. Dependiendo del área cerebral afectada y la sintomatología predomi- nante, las crisis pueden ser motoras, sensoriales, autonómicas o psíquicas. Atendiendo a su etiología, las crisis pueden ser genéticas, secunda- rias a una lesión estructural, infecciosas, metabó- licas, inmunes o idiopáticas si no existe una causa definida. La distribución por edades de la incidencia de las crisis epilépticas presenta un máximo en la primera infancia y otro en la vejez (2). En el periodo neonatal y primera infancia, las causas potenciales incluyen los traumatismos, infecciones, encefalopatías hipóxico-isquémicas, anomalías congénitas, trastornos metabólicos y convulsiones febriles. La epilepsia del lóbulo temporal (ELT), junto con otros síndromes epilép- ticos idiopáticos o genéticos, suele comenzar en la infancia y en la adolescencia. Los traumatismos cerebrales son una causa frecuente de la ELT en el adulto. En la vejez, además de los traumatismos cerebrales, las enfermedades cerebrovasculares, los tumores y las enfermedades neurodegenera- tivas son las causas más frecuentes de la aparición de crisis epilépticas. Algunas formas de epilepsia se manifiestan meses o años después de un insulto inicial (por ejemplo, tras un traumatismo cerebral o un ictus), o como consecuencia de un defecto genético como la esclerosis tuberosa. Durante el periodo de latencia que transcurre entre el daño inicial y la aparición de crisis epilépticas espontáneas, al menos para las epilepsias adquiridas, se producen cambios metabólicos, neuroinflamación, aumento de la permeabilidad de la barrera hematoencefálica (BHE), cambios sinápticos y neurodegenerativos. Este proceso por el cual los cambios estructurales y funcionales transforman un cerebro normal en uno capaz de generar crisis epilépticas de forma espontánea se conoce como epileptogénesis e incluye la progresión de la enfermedad inducida por el daño desencadenante epileptogénico. El proceso de epileptogénesis implica tres fases: (i) un insulto inicial, lesión o evento precipitante; (ii) un período "latente" (o silente) durante el cual los cambios ocurren como consecuencia de la lesión precedente, transformando así el cerebro normal en un cerebro epiléptico y (iii) después de que la epilepsia ha comenzado, nuevos cambios causan o favorecen la progresión de la enfermedad y de su severidad (3). En este contexto, los estudios longitudinales que implementan las técnicas de neuroimagen permiten identificar y evaluar el área del cerebro afectada, lo que da acceso a intervenir, durante el periodo de latencia, previniendo y/o reduciendo de esta forma los riesgos intrínsecos al proceso de epileptogénesis (4). Teniendo en consideración que alrededor de 27 millones de traumatismos cerebrales se producen al año en el mundo y que el 15% de éstos resultan en epilep- togénesis, la identificación y tratamiento eficaz de estos pacientes supondría que 4 millones de casos de epilepsia se podrían evitar al año. Sin embargo, todavía no se dispone de biomarca- dores específicos para la epileptogénesis y aunque los tratamientos con fármacos antiepilépticos son capaces de controlar las crisis en la mayoría de los pacientes, alrededor del 30-40% de éstos son refractarios a los tratamientos farmacológicos (5). A pesar de los avances significativos en el diagnós- tico y tratamiento de la enfermedad, los datos epidemiológicos no muestran una reducción ni en la aparición de nuevos casos ni en el porcentaje de pacientes que son refractarios a los tratamientos farmacológicos (6). A pesar de que la epilepsia es un síndrome y por lo tanto está lejos de ser una enfermedad única y bien caracterizada, la ELT es la forma más común de epilepsia localizada en adultos. Una de las principales características de ELT es la esclerosis del hipocampo, caracterizada por gliosis reactiva, pérdida neuronal y reorganización sináptica. En las áreas esclerotizadas, la glía (incluyendo microglía y astroglía) experimenta cambios fisiológicos y moleculares que se consideran contribuyen al desarrollo de una red crónicamente hiperexci- table que sustenta las crisis epilépticas recurrentes espontáneas asociadas a la epilepsia. El diagnóstico de la ELT se alcanza a través de la semiología de las crisis y su confirmación con la electroencefalografía (EEG) y las técnicas de neuroimagen. La descarga epileptiforme en el registro EEG intercrítico es una prueba diagnóstica de alta fiabilidad y la presencia de descargas ictales confirman el diagnóstico. Las técnicas diagnós- ticas de imagen por tomografía por emisión de 1. EPILEPSIA Y EPILEPTOGÉNESIS 2. EPILEPSIA DEL LÓBULO TEMPORAL (ELT)

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