Anales de la RANM

151 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 SENESCENCIA DE LINFOCITOS T Delgado Pulido S, et al. An RANM. 2022;139(02): 150 - 155 a la aparición de diferentes enfermedades propias del envejecimiento en un proceso conocido como “ inflammaging ” (2). Los linfocitos T, como cualquier otra célula del organismo, también se ven afectados con la edad, recapitulando ciertas características propias de células senescentes. Se estima que existen cientos de millones linfocitos T circulando por nuestro cuerpo, inspeccionando cada uno de nuestros órganos como centinelas silenciosos (4). Cuando reconocen un antígeno extraño mediante su TCR, los linfocitos T se activan, se dividen rápidamente y se diferencian en distintas subpoblaciones de linfocitos T CD4 + efectores (Th 1 , Th 2 , Th 17 o T reg ) o citotóxicos (CD8 + ) para coordinar una respuesta inmune y eliminar aquellas células que suponen una amenaza para la homeostasis del organismo, como es el caso de células infectadas, tumorales o senescentes. Sin embargo, el envejecimiento y la senescencia de estas células del sistema inmune afecta negativamente a su función. Los linfocitos T se generan y maduran en el timo, un órgano linfoide localizado entre el corazón y el esternón. Allí, mediante procesos de selección positiva y negativa, son entrenados para distinguir los antígenos propios de los ajenos, asegurando así un correcto funcionamiento del sistema inmune. El timo es el primer órgano que se deteriora con la edad, teniendo una actividad máxima desde que nacemos hasta la adolescencia. A partir de esa edad comienza a decaer, de manera que a los 20 años apenas hay actividad tímica y a los cuarenta años prácticamente todo el timo ha sido reemplazado por tejido adiposo (Figura 1). Como consecuencia de esta atrofia tímica, dejan de generarse nuevos linfocitos T. Por ello, el mantenimiento de los niveles adecuados de estas células depende, exclusivamente, de células preexistentes que sufren una gran presión replicativa, pues con cada división celular se acumulan daños citogenéticos que comprometen su funcionalidad, pudiendo perder la capacidad de distinguir lo propio de lo ajeno. Gracias a la técnica de secuenciación del ARN mensajero de células individuales hemos aprendido que durante el envejecimiento desapa- recen las células T naïve y se van acumulando células T memoria, muchas de ellas con caracte- rísticas de células senescentes o exhaustas (Figura 1). Al contrario que las células T senescentes que se caracterizan por el fenotipo SASP, las células T exhaustas dejan de producir citoquinas y son incapaces de responder a estímulos inflamatorios (3). Todos estos cambios en el repertorio de células T aumentan la vulnerabilidad a las infecciones, así como la predisposición a padecer cáncer y enfermedades autoinmunes, reducen la respuesta a la vacunación y favorecen la aparición del inflam- maging (Figura 1) (6). Figura 1. Cambios y consecuencias del envejecimiento del sistema inmune. La involución tímica que comienza a partir de la pubertad es la primera marca del envejecimiento. Como consecuencia de la disminución en la función del timo, se reduce la generación de linfocitos T naïve, a la vez que se acumulan linfocitos T de memoria, algunos con características de células T senescentes y exhaustas. Este deterioro del sistema inmune que tiene lugar con la edad lleva a una reducción de la eficacia de la vacunación y al incremento de la predisposición a infecciones, cáncer y enfermedades autoinmunes. Además, la desregula- ción funcional de los linfocitos T es uno de los principales responsables de la inflamación crónica que subyace a la mayoría de patologías asociadas con el envejecimiento conocida como inflammaging.

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