Año 2024 · Número 141 (03)

Enviado: 03.09.24
Revisado: 06.09.24
Aceptado: 10.10.24

Bioética: Cincuenta años después

Bioethics: 50 years later

DOI: 10.32440/ar.2024.141.03.ed01

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Palabras clave: Historia de la medicina; Bioética; Ética médica.

Keywords: History of Medicine; Bioethics; Medical Ethics.


Hace ahora cincuenta años que inició su andadura una nueva disciplina para la que hubo que acuñar un nombre también nuevo, la Bioética. El término lo usó por vez primera un bioquímico profesor de oncología en el Laboratorio McArdle de Oncología experimental de la Universidad de Wisconsin, Van Rensselaer Potter. Unos años antes, en 1970, había publicado un artículo con el título de “Bioethics: The Science of Survival”(1), al que siguió poco después el libro “Bioethics: Bridge to the Future” (2). Potter tuvo clara conciencia de que estaba acuñando un neologismo, para dar nombre a una disciplina también nueva, “que buscaba poner en relación los conocimientos biológicos con el mundo de los valores humanos” (3). Potter veía los hechos científicos y los valores humanos como los dos pilares que soportan el puente en que consiste la vida humana. Si los conocimientos biológicos evolucionan a una velocidad mayor que la reflexión sobre los valores en juego, el resultado puede ser catastrófico. Lo que estaba en riesgo era la propia supervivencia de la especie humana, como daba a entender, el título del artículo que Potter publicó en 1970. El avance espectacular, sin precedentes en toda la historia previa de la humanidad, de las ciencias biomédicas, abría un futuro lleno de esperanzas, pero también de peligros.

Potter escribía esto en los albores de la década de los años setenta. Fue una época decisiva en el desarrollo de la medicina. Estaban comenzando a introducirse en la especie humana las técnicas de reproducción asistida que habían venido ensayándose en mamíferos en las décadas anteriores. Por otra parte, los avances en genética molecular habían hecho posible el acceso a lo que, enfáticamente, comenzaron a llamar unos “ingeniería genética” y otros “manipulación genética”.

Los años setenta fueron también aquellos en que los países occidentales empezaron a despenalizar el aborto, tras la sentencia Roe y Wade del año 1973. Los avances científico-técnicos comenzaron a hacer posible manipular algo que hasta poco antes había venido teniéndose por sagrado, el origen de la vida. Y algo similar comenzó por esos mismos años a suceder en el final de la vida. Baste recordar que las primeras unidades de Cuidados Intensivos se abrieron en España en los años sesenta, y que fue en la década siguiente cuando su uso se generalizó. Similar es el caso de los Cuidados paliativos. En 1967 inauguró Cicely Saunders el St. Christopher Hospice (4), y años después, en 1974, se abría el primero en Estados Unidos, en Bradford, Connecticut (5). La expresión “cuidados paliativos” la introdujo Balfour Mount en 1975. Tanto la medicina del origen de la vida como la de su final sufrieron una verdadera revolución en la década de los años setenta. Los límites de la vida humana no eran ya los límites de la medicina, que se veía, por vez primera en la historia, con la capacidad de intervenir en aquéllos activamente, decidiendo de ese modo sobre la vida y la muerte de las personas. De nuevo se repetía el drama que intentó inmortalizar Goethe en su Fausto. Y entre los dos extremos, la no menor revolución que tuvo lugar en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades acaecidas en el intermedio de la vida, como consecuencia, entre otras novedades, de la introducción de las llamadas técnicas diagnósticas no invasivas y los progresos en la informatización y la robotización.

Hoy la medicina puede hacer muchas más cosas que muy pocas décadas atrás. Se ha dicho más de una vez que la medicina ha progresado en el último medio siglo más que en toda su historia anterior. Las novedades descritas la han revolucionado en un periodo de tiempo sorprendentemente breve. Pero cuando la sorpresa acaba dejando paso a la reflexión, empiezan a surgir las preguntas. E inmediatamente se plantea la cuestión de si todo lo que se puede hacer, por ello mismo y sin más motivo debe hacerse. La bioética ha sido el intento de contestar a esta acuciante pregunta. Lo que está en juego es nada menos que la vida humana, no solo su cantidad sino también la calidad de vida. Porque no está dicho que una y otra salgan siempre beneficiadas de los avances técnicos. Como ya dijera Kant hace varios siglos, la técnica en sí es ambivalente, ambigua, y el cuchillo que sirve para curar sirve también para matar. De ahí la cada vez más urgente necesidad de la reflexión ética. Cuanto más aumenta nuestra capacidad técnica, mayor es también el riesgo inherente a su manejo y más imprescindible se hace la reflexión sobre el modo correcto de utilizarla. Porque no todo lo que es técnicamente posible es sin más éticamente correcto.

DECLARACIÓN DE TRANSPARENCIA

El autor/a de este artículo declara no tener ningún tipo de conflicto de intereses respecto a lo expuesto en el presente trabajo.

Bibliografía

  1. Potter VR. Bioethics, the science of survival. Perspectives Biol Med. 1970;14: 127-153
  2. Potter VR. Bioethics: Editor Carl. P Swanson 1971, p 1-29 Bridge to the Future. Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall; 1971.
  3. Porter VR. Bioethics. Bridge of the future. Part 2.
  4. http://www.stchristophers.org.uk.
  5. Hospice – An Open Door in a Time of Need. http://www.hospice.com/about.htm.
Autor para la correspondencia
Diego Gracia Guillén
Real Academia Nacional de Medicina de España
C/ Arrieta, 12 · 28013 Madrid
Tlf.: +34 91 547 03 18 | secretaria@ranm.es
Anales RANM
Año 2024 · número 141 (03) · páginas 197 a 198
Enviado: 03.09.24
Revisado: 06.09.24
Aceptado: 10.10.24