Año 2019 · Número 136 (02)

Enviado: 28.05.19
Revisado: 05.06.19
Aceptado: 27.06.19

La identidad y la convivencialidad en las creencias, las ideologías y los fanatismos

Identity and convivenciality in beliefs, ideologies and fanatisms

DOI: 10.32440/ar.2019.136.02.rev15

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Resumen

La presentación del libro, recientemente publicado el profesor Francisco J. Rubia (ver referencia más abajo), se ha dividido en tres apartados. En el primero de ellos, se analiza el pensamiento dualista como el eje central del libro, así como el contexto en el que dicho pensamiento debería encuadrarse. En el segundo apartado se analizan los tres elementos -creencias, ideologías y fanatismo- que impregnan dicho pensamiento con el objeto de establecer los vectores comunes que los atraviesan. En la tercera y última sección, se consideran el perfil del autor de la obra y los distintos instrumentos que utiliza para transmitir su mensaje.

Abstract

The presentation of the book, recently published by Professor Francisco J. Rubia (see reference below), has been divided into three sections. In the first of them, dualist thinking is analyzed as the central axis of the book, as well as the context in which such thinking should be framed. In the second section, we analyze the three elements -beliefs, ideologies and fanaticism- that permeate this thought in order to establish the common vectors that cross them. In the third and last section, the profile of the author of the book and the different instruments used to transmit his message are considered.

Palabras Clave: Pensamiento Dualista; Creencias; Ideologías; Fanatismos; Identidad; Convivencialidad.

Keywords: Dualistic Thinking; Beliefs; Ideologies; Fanaticism; Identity; Convivenciality.


Comentarios a la Presentación Libro: El pensamiento dualista. Ideologías, creencias y fanatismos
Autor: Francisco J. Rubia
Editorial LAETOLI, Pamplona. 2019

INTRODUCCIÓN

Presentar un libro en la Real Academia supone siempre una gran responsabilidad por la solemnidad formal que se deriva de hacerlo en una sesión académica y ante un auditorio tan cualificado. Si el tema a considerar, esto es si el libro a presentar, está relacionado  con la materia específica en la que el presentador es, o debe ser, experto la tarea es más fácil. Si el tema se aleja de lo específico y alcanza el ámbito interdisciplinario o, más aún, el ámbito antropológico y social como ocurre con el libro que hoy nos ocupa, la tarea es mucho más compleja. Si además, en dicho ámbito antropológico y social, se han pronunciado, en tiempos recientes, cualificados miembros de esta Academia como Laín Entralgo, Rof Carballo , Alonso Fernández o Diego Gracia, la tarea no solo supera lo complejo sino que se convierte en todo un atrevimiento.

Me salvan sin embargo, para atreverme a realizar esta presentación, dos circunstancias: el prestigio del autor del texto, que garantiza por sí mismo la solvencia del libro en cuestión, y la filosofía pragmática del “como si”, que formuló Vaihinger (1) en 1911 y que suelo practicar con cierta frecuencia tanto en mi vida como en mi quehacer diario. Presentar el libro, en este caso, “como si” ni Don Pedro Laín, ni Don Juan Rof Carballo, ni Don Francisco Alonso Fernández, ni Don Diego Gracia, ni cualquier otro experto en este campo, estuvieran mirándome de reojo atentos a cualquier desliz conceptual o imaginativo que yo pudiera cometer.

Ocupo, por tanto, esta tribuna, repito, con gran responsabilidad y humildad para presentar el nuevo libro que acaba de publicar nuestro querido y admirado compañero de Academia, el Profesor D. Francisco José Rubia Vila. Se trata de un libro “El pensamiento dualista. Ideologías, creencias y fanatismo” con el que el Profesor Rubia continua regalándonos sus saberes y reflexiones sobre el cerebro y sobre los procesos mentales vinculados al mismo.  Los libros que el profesor Rubia ha publicado en este campo, durante la última década  -“el cerebro nos engaña”, “el fantasma de la libertad”, “la conexión divina” “el cerebro espiritual”, etc.- y el que esta tarde se presenta en la Academia constituyen, a mi juicio,  un excelente friso en el que cualquier lector interesado en estos temas puede contemplar, casi con toda seguridad, la visión más global e integradora de la que disponemos en este campo y en este momento en el ensayo científico y de divulgación escrito en español.  Y todo ello sustentado en un eje conductor que da unidad y sentido al conjunto de su obra ensayística: la idea de que nuestro cerebro es una estructura fundamentalmente dedicada a la supervivencia del ser humano que lo alberga y al hecho de que la consciencia y la inconsciencia no son dos cosas sino dos lados de la misma cosa.

Pero ¿Cuál es la singularidad del libro que nos ocupa? ¿Qué quiere  comunicarnos  su autor en esta ocasión? ¿Qué estilo utiliza para narrarnos su relato?  Para responder a estos interrogantes y proceder, por tanto, a presentar la obra voy a dividir mi intervención en tres apartados. En el primero de ellos analizaré el pensamiento dualista como eje central del libro y el contexto en el que, a mi juicio dicho pensamiento debe enmarcarse.  En el segundo apartado me ocuparé de abordar los tres elementos -las creencias, las ideologías y el fanatismo- a los que dicho pensamiento impregna y trataré de establecer los vectores comunes que, a mi modo de ver, transitan por ellos. En el tercer y último apartado me ocupare del autor de la obra y de los instrumentos que utiliza para transmitirnos su mensaje.

Para abordar los dos primeros apartados, los que afectan al contenido de la obra, voy a utilizar la metáfora con la que el antropólogo y filósofo italiano Mario Veguetti (2) responde a la pregunta ¿qué es un ser humano? Responder a esta pregunta, afirma dicho autor, exige trazar una doble línea de demarcación: con los dioses por arriba y con las fieras por debajo, exige abrir un espacio entre ambos márgenes en el que sea posible insertar al ser humano por lo que de especifico hay en él, dejando de lado sus ambiguas inclinaciones hacia los márgenes de ambos excesos.

El libro que nos ocupa se inserta, a mi juicio, en este contexto metafórico y constituye, en este sentido, una aportación verdaderamente relevante destinada no solo a indagar aspectos fundamentales de nuestra especificidad sino, también, a vislumbrar algunas de nuestras desviaciones hacia ambas fronteras, unas fronteras con los dioses y con las fieras, que el ser humano quizá nunca debiera atreverse a cruzar.

EL PENSAMIENTO DUALISTA Y LA ESPECIFICIDAD HUMANA

La aportación que realiza el Profesor Rubia está vinculada con lo que él denomina “la historia del desarrollo cognitivo de nuestra mente”. La hipótesis que sostiene en su libro parte de un ser humano portador de un pensamiento mágico-mítico, holístico y emocional vinculado estrechamente a la naturaleza, que no disocia al individuo de su entorno, y que es, por tanto, indiferente a la contradicción.  A este primer ser humano pensante le sucede, en el proceso evolutivo, un nuevo ser humano portador de un pensamiento binario o dualista –el primer pensamiento racional según Rubia- capaz de analizar el mundo en términos antitéticos u opuestos. Para explicar el origen de este importante cambio, que en ningún caso  elimina el pensamiento anterior, se han postulado varias hipótesis. Desde la toma de conciencia por parte del ser humano de su propia muerte, con la dualidad materia mortal-espíritu inmortal que ello implica,  hasta la mutación fortuita origen, según Klein y Blake (3), del cerebro humano moderno responsable de la aparición del lenguaje , la consciencia, el arte, la religión y la cultura. Sean unas u otras las causas, o ambas, el hallazgo, hace aproximadamente 60.000 años, de enterramientos intencionados parece probar que aquellos seres humanos estaban ya poniendo de relieve la dualidad muerte-espíritu y, por tanto, la existencia del pensamiento binario, antitético, que la sustentaba.

De la integración progresiva de las sucesivas facultades, que va alcanzando el cerebro humano en el curso de la evolución, entre las que destaca la de inventar el porvenir en un espacio imaginado en cuyo interior podemos incluso vernos a nosotros mismos, surge, con posterioridad, el ser humano portador del pensamiento complejo, múltiple y lógico-racional que somos en la actualidad; un ser humano que, además de convivir con las modalidades pensantes previas,  incorpora a su vivir la posibilidad de ejercer la dialéctica confrontando posiciones muy distintas.

El Profesor Rubia, por tanto, sitúa sus reflexiones en este contexto, en la singularidad que la evolución del pensamiento humano confiere a nuestra especie incardinando a esta claramente entre los márgenes postulados metafóricamente por Mario Vegetti –los dioses y las fieras- a los que con anterioridad hice referencia.

Y en este contexto de especificidad humana nos relata el sustrato estructural y funcional en el que fundamenta esta evolución del pensamiento, haciendo especial hincapié en el pensamiento dualista. En relación con esta modalidad de pensamiento aborda pormenorizadamente las predisposiciones genéticas e innatas que lo hacen posible y la importancia de dicho pensamiento en la conformación de las sociedades primitivas y en sus proyecciones culturales. Para Rubia las diferentes modalidades de pensamiento que surgen, en las distintas fases del desarrollo del cerebro, impregnan la realidad. Y es, por ello, por lo que los mitos y los relatos antiguos de la humanidad reflejan ese modo de pensar. Los mitos y relatos de la creación del mundo, que se consideran los más antiguos, son fruto del pensamiento dualista o binario, el primer pensamiento racional y, por tanto, el resultado de la tensión existente entre fuerzas opuestas. En el Génesis, en los libros sagrados hindúes,  en la cosmología babilónica, en la persa, en la teogonía de Hesiodo, en los mitos africanos de los pueblos fon y dogon de Dahomay  y Mali, en la mitología azteca, en la maya, en la de los indios hurones de Norteamérica o en los del Matto Groso el pensamiento dualista de quienes los crearon está presente y Rubia nos lo relata con todo detalle convirtiendo, a mi juicio, en tesis su hipótesis evolutiva.

CREENCIAS, IDEOLOGÍAS Y FANATISMO. LA IDENTIDAD Y LA CONVIVENCIALIDAD

Una vez considerada la especificidad del pensamiento humano y su desarrollo y, en concreto, el pensamiento dualista, como resultado del pensamiento mágico y como origen del pensamiento complejo,  voy a ocuparme de  las creencias, las ideologías y el fanatismo a las que, como señalé con anterioridad dicho pensamiento condiciona e impregna.

La creencia, escribe Rubia, es una convicción no fundada que suele estar basada en los sentimientos y no en la razón. La ideología, según el mismo autor, es el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza a una persona, una colectividad o una época. Su función es conservar o transformar un sistema social, económico, político o cultural. El fanatismo, escribe finalmente Rubia, es la convicción personal o colectiva de ideas y valores concretos que se defienden o persiguen con gran intensidad, persistencia y consecuencia, a los que acompaña una gran incapacidad de compromiso con otros sistemas o personas.

En tres capítulos específicos, el autor del libro que nos ocupa, diseca, identifica y clasifica estos tres elementos, inexorablemente unidos al desarrollo de nuestro pensamiento y, a la vez, establece las muy complejas relaciones existentes entre ellos. En cada capítulo analiza con precisión algunos fundamentos biológicos y algunos de sus efectos como el efecto placebo, su relación con la patología, la posibilidad de su modificación como ocurre con el lavado de cerebro pero, sobre todo,  su incidencia social en el desarrollo de regímenes políticos como el nacional socialismo en Alemania, el marxismo en China o en Camboya o el yihadismo y el terrorismo de nuestros días. Y todo ello apoyado en muchos casos en la actividad realizada por personajes relevantes  -Hipólito de Roma, Martin Lutero, Adolf Hitler, Mao Tse Tung, Polt Pot, etc.- y en  antecedentes históricos que se remontan al comienzo de nuestra era –el Monatismo , el Donatismo , los cátaros , etc.-.

La lectura de estos capítulos sobre las creencias, las ideologías y el fanatismo ha suscitado en mí un conjunto de reflexiones que quiero compartir con todos ustedes y relacionar con la reflexión general ya comentada previamente a propósito de la tesis que formula el autor sobre el pensamiento dualista.

A mi parecer dos grandes vectores recorren las creencias, las ideologías y el fanatismo: el vector de la identidad y el vector de la convivencialidad.

El concepto de identidad, que irrumpió ya potente desde la ilustración, ha eclosionado, sin embargo, aún más en los últimos tiempos para ocupar en nuestros días un lugar de privilegio en el debate intelectual sobre la naturaleza del ser humano y de su vida en sociedad. En este sentido Taylor (4, 5) afirma que la identidad personal es la asignación y la interpretación que hacemos en nuestra vida de todo aquello que es verdaderamente valioso y fundamental para nosotros; esto es, del tipo de vida que queremos y estamos dispuestos a llevar. Se trata, en suma de la interpretación que una persona hace de quién es y de cuáles son sus características definitorias como ser humano; de lo que, en definitiva, uno es en sí mismo y ante sí mismo y, como tal, muestra a los demás. Resulta evidente que las creencias, sean falsas o estén sustentadas en la razón, las ideologías y los fanatismos participan de este concepto de identidad personal al que Taylor hace referencia.

En este ámbito es la interrelación del sujeto con el entorno la que verdaderamente incide y conforma la identidad con independencia del sustrato biológico de cada individuo. El resultado es, en cualquier caso, un ser humano cuya esencia y vivencia, cuya instalación en el mundo, se asienta en un conjunto de creencias, convicciones y sentimientos que lo hace singular y distinto a cualquier otro. Y es en esta interrelación como van conformándose nuestras creencias, nuestras ideologías y nuestros fanatismos. Lo determinante no será, como afirma Hall (6) “quiénes somos” o de “dónde venimos” sino en que queremos y en que podríamos convertirnos.

Pero junto a la identidad personal existe también una identidad social. Tajfel(7) ha definido esta última como la conciencia que tenemos las personas de pertenecer a un grupo o una categoría social y la valoración positiva o negativa que hacemos de dicha pertenencia. Esto significa que nuestra identidad individual y personal puede compartir creencias, convicciones y sentimientos con otros seres humanos y, en consecuencia, al aceptar compromisos universalmente validos o meramente particulares, tomar decisiones y actuar. La identidad social, que tiene una dimensión básicamente cultural en sentido amplio, incluyendo la religión y la política, se construye por ello asumiendo los compromisos y los horizontes que compartimos con nuestros semejantes. Y es así cómo y porqué las creencias, las ideologías y los fanatismos nos agrupan o nos separan.

Los mecanismos que gobiernan el componente emocional para instalarnos en una determinada creencia, ideología o fanatismo no están claros, como tampoco lo están los mecanismos que mediante creencias, ideologías y fanatismos utiliza el ser humano para mitigar su inseguridad ancestral en el mundo, una inseguridad que lleva pegada a su consciencia como si fuese “el barro del Diluvio” desde que comenzó a portar su primer pensamiento mágico.

El segundo vector que recorre los tres elementos mencionados – las creencias, las ideologías y los fanatismos- es el vector de la convivencialidad.  Según la filosofía  existencialista de Heidegger (8), hemos sido arrojados a la existencia, a estar en el mundo.  La esencia del ser humano es lo que el filósofo alemán denomina “dasein” -el existir- según la traducción que en su día postuló Julián Marías. Mientras las cosas tienen “existencia” los seres humanos tienen “un existir”, un “dasein”  y ello implica la necesidad de coexistir con otros seres humanos. Sin otros seres humanos, afirma Laín (9), no hay y no puede haber existencia humana.

Con creencias, ideologías y fanatismos los seres humanos coexisten aunque esa coexistencia no sea necesariamente fructífera.

Hemos comprobado con anterioridad que no hay identidad personal y social sin creencias y que las ideologías y los fanatismos están estrechamente vinculados con las mismas en la esfera de la identidad.

Pues bien, un ser humano que vincula su identidad a unas determinadas creencias no ideologizadas,  no fanatizadas,  puede sin duda coexistir con el otro o al menos tener la voluntad de no impedirlo. Laín en su libro “Teoría y realidad del otro” dejó muy claro los distintos tipos de relaciones interpersonales que pueden existir al respecto: como persona amada, como persona cognoscible, o simplemente como objeto. Y todo ello puede incluirse entre los márgenes de lo propiamente humano en la metáfora de Vegetti que comentaba al comienzo de esta presentación.

Pero ¿qué ocurre con la ideología y el fanatismo?

En las ideologías, las creencias que las configuran, sin entrar en la consideración moral de las mismas, adquieren, sin embargo para quienes las portan una mimetización “cuasi” divina; tienen, podríamos decir, una voluntad mesiánica, redentora, para cuya implementación el proselitismo se hace necesario. No olvidemos que, como escribe Rubia, la función última de una ideología es conservar o transformar un sistema social, económico, político o cultural.

Resulta evidente que esta concepción, “cuasi” divina y “redentora” de las ideologías por parte de quienes las portan, implica un modelo diferente de coexistencia con quienes no la portan, con el “otro”. Éste –el otro- aparece ahora como un obstáculo a la implementación de la ideología. La coexistencia en estas circunstancias se inserta en lo que Laín llama una relación conflictiva. Un ser humano provisto de una solida ideología es, utilizando de nuevo la metáfora de Vegetti, un ser que ha cruzado la frontera con los dioses.

En los fanatismos, las creencias o las ideologías que los configuran, adquieren, por el contrario para quienes los portan una mimetización “cuasi” animal, instintiva y vesánica; tienen, podríamos decir en este caso, una voluntad impositiva destinada a su implantación con proselitismo entusiasta y con su propio sacrificio o con el de los demás si fuese necesario.  Y todo ello, como escribe Rubia, acompañado de una incapacidad de compromiso con otros sistemas o personas.

En el caso del fanatismo resulta también evidente que esta concepción, “animal” e impositiva de los fanatismos por parte de quienes los portan, implica, asimismo, un modelo diferente de coexistencia con quienes no lo comparten. En este caso “el otro” no es ni siquiera un obstáculo es simplemente nadie. La coexistencia en estas circunstancias se inserta también en lo que Laín llama una relación conflictiva. Un ser humano fanático es de nuevo, utilizando la metáfora de Vegetti, un ser que ha cruzado la frontera con las fieras.

Algunos autores, que el Profesor Francisco Rubia cita en su libro, consideran que las ideologías y los fanatismos tienen connotaciones positivas o las han tenido en el curso de la historia.

Creo que con la experiencia y la destreza de un buen cirujano hay que aprender a separar y deslindar de las ideologías y de los fanatismos algunas de sus adherencias más nobles como el entusiasmo, las ideas y los ideales, que son a mi juicio los elementos más provechosos con los que el ser humano, más allá del pensamiento dualista, esto es con el pensamiento complejo, ha sabido explicar y construir el mundo.

En una antológica viñeta de Antonio Mingote un padre tiene sentado en sus rodillas a su hijo pequeño. Con su brazo en alto y su dedo índice mirando hacia arriba le dice: ¡hijo mío provéete de una solida ideología para no tener nunca la funesta manía de pensar!

Y sin embargo, pensar, entre dioses y fieras, generar ideas, o aceptar las de otros, para vivir y compartir, mediante la dialéctica del pensamiento complejo, aún con la inseguridad que ello conlleva, es lo único que nos hace más propiamente humanos, lo único que acaso entre ambos márgenes, entre ambos excesos, hace vivible nuestro caminar sobre la tierra.

EL AUTOR Y SU ESTILO. EL DIDÁCTICO, EL SOCRÁTICO Y EL ACADÉMICO

El tercer y último apartado al que hacía referencia al comienzo de esta intervención tiene por objeto hablar del autor y del estilo con que nos narra sus propuestas. Voy a hacerlo de forma simultánea porque creo que cualquier obra literaria sea poética, de ficción o ensayística es siempre reflejo de su autor y, por tanto, con mayor o menor grado de enmascaramiento, de su naturaleza y personalidad.

Tres estilos distintos, pero complementarios, están presentes, a mi juicio, en el libro del profesor Francisco Rubia: el didáctico, el socrático, y el académico.

El primero es inherente a su cualidad de profesor y Catedrático durante muchos años en la universidad española y alemana y se refleja muy claramente en el libro. Sus capítulos –el pensamiento binario, ideologías, creencias y fanatismo- comienzan siempre con el apartado “Definición”, y continúan con las formas y las características de cada uno de ellos, a las que añade algunas anécdotas y ejemplos muy relevantes, para culminar con un resumen.  La anécdota del perro de Darwin en el capítulo sobre las Creencias o los ejemplos del nacional-socialismo o de los cátaros en los capítulos sobre las Ideologías y el Fanatismo constituyen una excelente prueba de dicho proceder.

El estilo socrático se pone de relieve periódicamente en el carácter discursivo del texto ya que el Profesor Rubia expone primero los puntos de vista de los distintos autores para luego, en dialogo con ellos, asentir o discrepar con ideas y argumentos. Así, por ejemplo, muestra su total acuerdo con Thomas Hobbes sobre el papel de la ignorancia en las creencias, amplia lo que propone Ilkka Pyysiäinen sobre el animismo, o matiza las opiniones de Lee Harris sobre el papel de la razón en los procesos mentales que estamos considerando.

El estilo académico es el resultado del alto nivel de cumplimiento por parte del profesor Rubia de los valores académicos que caracterizan o deben caracterizar a los miembros de una Corporación como la nuestra, la Real Academia que desde 1734, nos acoge y nos congrega ( 10 ). El primer valor académico a considerar es sin duda el valor de la sabiduría en una rama determinada del saber, una sabiduría que el profesor Rubia ha demostrado reiteradamente como ponen de relieve sus más de doscientos trabajos y sus numerosos libros en el campo de las neurociencias; una sabiduría a la que aporta junto a la información y la comprensión científica el poso inestimable de su experiencia y reflexión. Es esta sabiduría de información, comprensión, experiencia y reflexión la que el profesor Rubia nos regala muy generosamente en su libro.

El segundo valor académico que quiero rescatar, y que está igualmente presente de forma constante en el libro, es el valor del encuentro de la sabiduría científica, informativa, comprensiva y reflexiva,  con la sabiduría médica y con la sabiduría toda.  He escrito en otro lugar que las Academias son, a mi juicio, las instituciones que están destinadas a realizar la síntesis, a conectar, a relacionar, a unir lo diverso, a establecer el poso común de la cultura (11) . En el libro que nos ocupa el autor sintetiza, conecta y relaciona el desarrollo de nuestro pensamiento y los avatares que generan las creencias, las ideologías y los fanatismos no solo con las bases científicas en las que se sustentan sino con la conducta, las enfermedades, la antropología, la evolución, la zoología, la religión, la psicología, la historia, la política, los mitos y las leyendas. Se pregunta incluso sobre la naturaleza patológica o no de los fenómenos que aborda en el libro.

Sras. y Sres. Académicos, Sras. y Sres. Insertar el pensamiento humano y su desarrollo, especialmente el pensamiento dualista,  en el contexto de nuestra especificidad como seres humanos, indagar sobre las creencias, las ideologías y los fanatismos que sustentan nuestra identidad y nuestra convivencia y hacerlo didáctica, socrática y académicamente desde el rigor científico y la cultura en la que vivimos inmersos, constituyen respectivamente, y en síntesis, el contenido y el estilo del libro que estamos considerando y que hoy se presenta

Leerlo no es solo un placer intelectual; es a mi juicio, también, casi un deber moral: el que nos impele a conocernos mejor, a comprendernos mejor, a saber cómo, entre dioses y fieras, el ser humano puede o debe seguir caminando hacia el futuro.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Vaihinger, H.  Die Philosophie  des Als Ob . Aischines Verlag, 2014
  2. Vegetti, M. Los orígenes de la racionalidad científica. El escalpelo y la pluma. Barcelona, Ed. Peninsula, 1981
  3. Klein, R. G., Blake, E. The Dawn of Human Culture. Nueva York, John Wiley&Sons, 2002
  4. Taylor, CH. Las fuentes del yo. Barcelona, Ed. Paidos, 1996
  5. Taylor, CH. El multiculturalismo y la política del reconocimiento. México, Fondo de cultura Económica, 1993
  6. Hall, S. Quien necesita identidad. En: Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires,  Hall, S y Du Gay, P (eds.) Amorrortu, 2003
  7. Tajfel, H . Grupos humanos y categorías sociales. Barcelona, Herder, 1984
  8. Heidegger, M. Ser y Tiempo. Madrid, Ed. Trotta, 2009
  9. Laín Entralgo, P. Teoría y realidad del otro. Madrid, Alianza Editorial, 1989
  10. Campos, A.  Valores académicos. Actualidad de la RANM, 2009, 1. 10-11
  11. Campos, A. Cuerpo, Histología y Medicina. De la Descripción Microscópica a la Ingeniería tisular.    Discurso de Ingreso. Real Academia Nacional de Medicina. Madrid. 2004

DECLARACIÓN DE TRANSPARENCIA

El autor/a de este artículo declara no tener ningún tipo de conflicto de intereses respecto a lo expuesto en la presente revisión.


Si desea ver la conferencia “La identidad y la convivencialidad en las creencias, las ideologías y los fanatismos” pronunciada por su autor puede hacerlo a través de ranm tv en el siguiente enlace
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Autor para la correspondencia
Antonio Campos
Real Academia Nacional de Medicina de España
C/ Arrieta, 12 · 28013 Madrid
Tlf.: +34 91 159 47 34 | acampos@ugr.es
Anales RANM
Año 2019 · número 136 (02) · páginas 206 a 210
Enviado*: 28.05.19
Revisado: 05.06.19
Aceptado: 27.06.19
* Fecha de lectura en la RANM