Año 2020 · Número 137 (01) · Supl. 01

Enviado: 24.09.19

Sesión Necrológica del Excmo. Sr. D. Fernando Reinoso Suárez

Excmo. Sr. D. Fernando Reinoso Suárez, in memoriam

DOI: 10.32440/ar.2020.137.01.supl01.art02

Ver en PDF

Excmo. Sr. Presidente de la Real

Academia Nacional de Medicina de España

Excmos. e Ilmos. Señoras y Señores académicos

Querida María Luisa, queridos hijos, nietos
y bisnietos de D. Fernando

Familiares y amigos que nos acompañáis
en esta Solemne Sesión Académica Necrológica.

Sean mis primeras palabras de gratitud, en nombre del Excmo. Sr. D. Fernando Reinoso Suárez, al reconocer el alto honor que me concede nuestra tan selecta como entrañable Real Academia Nacional de Medicina de España al encargarme, en su representación, este Discurso de precepto en Solemne Sesión Necrológica, siendo yo, sin la menor duda, entre todos vosotros, queridos compañeros, el más ignorante, tanto acerca de los conocimientos científicos médicos del Dr. Reinoso como sobre su vida universitaria.

1. A modo de justificación

Nuestro compañero académico correspondiente Francisco Reinoso Barbero, en el funeral de cuerpo presente de su padre, en el Tanatorio de San Isidro, me anticipó el deseo de D. Fernando, que me repetiría por escrito. Destaco de éste el siguiente texto:

Tan sólo quería poner en tu conocimiento que mi padre, Fernando Reinoso Suárez, en los días previos a su fallecimiento y con toda lucidez, y sabedor del pronóstico fatal de su enfermedad, nos hablaba con mucha serenidad de los acontecimientos futuros tras su fallecimiento. En varias ocasiones me insistió en que en la sesión necrológica en la RANM le gustaría que fueras tú el encargado de glosar su perfil científico y humano. Insistió en que habría varias personas que lo harían muy bien pero que tú lo harías con “verdadero cariño”…

Te transmito, pues, dicho “encargo” y quedo a tu disposición para cualquier cosa que necesites al respecto.

Henos, pues, aquí, cumpliendo la tarea encomendada como ‘testamento vital’ por nuestro compañero y como alto honor por la Academia.

2. Recuerdo sintético de su biografía curricular al modo tradicional

Son varios los documentos que glosan suficiente y extensamente la vida del profesor Reinoso: a) su propio curriculum oficial; b) la entrañable y rica contestación de Amador Schüller a su discurso de recepción en la Academia; y c) la pormenorizada, respetuosa y excelsa biografía elaborada por sus discípulos del Departamento de Anatomía, Histología y Neurociencia de la Universidad Autónoma de Madrid. No obstante, aunque sea de forma fugaz debemos recordar en esta solemne sesión su biografía básica como docente, investigador y académico al hilo de su vida familiar. Procedamos así, pues, en el comienzo.

El profesor Fernando Reinoso, como él recordaba con íntima satisfacción, nació en la Alpujarra granadina, en Mecina Bombarón en 1927.

Su densa trayectoria universitaria recorre los siguientes caminos: Licenciado en Medicina por la Universidad de Granada (1950) y Doctor por la Complutense de Madrid (1951). Colaborador Científico del CSIC (1954). Catedrático de las Universidades de Salamanca (1957), Granada (1960) y Navarra (1962), en la que fue Decano de Medicina. Cofundador de la Facultad de Medicina de la UAM (1969). De 1972 a 1977 fue Vicerrector de Investigación de esta universidad. Su actividad docente ha estado dedicada fundamentalmente a la enseñanza de Embriología Humana y Neurociencia. Fue Miembro de numerosas comisiones nacionales e internacionales sobre Universidad, Docencia e Investigación. Una consideración de especial relevancia que recuerdan sus discípulos era su actitud de visitarlos allá donde se encontraran preocupándose de la marcha de sus trabajos y de sus vidas; es decir, profesor al encuentro de sus discípulos de doctorado y postdoc.

Desarrolló su labor investigadora en paralelo con una intensa dedicación docente y de promoción de la investigación científica. En su quehacer investigador fue autor de más de 300 publicaciones. En los últimos años ha estudiado de una forma especial las bases neurales del ciclo vigilia-sueño y de las cortezas asociativas como substrato neurobiológico de las funciones cerebrales superiores. Era socio de numerosas sociedades científicas de algunas de las cuales, nacionales e internacionales, fue fundador. Director de 56 Tesis Doctorales y organizador de numerosos Simposios Internacionales. Impartió más de 100 conferencias en prestigiosos foros científicos extranjeros de Europa y América. Promocionó la docencia y la investigación en Neurociencia en España e Iberoamérica, introdujo la asignatura de Neurobiología en el currículo de Medicina de la UAM, tuvo un papel importante en el nacimiento de la Sociedad Española de Neurociencia y organizó 6 Cursos teórico-prácticos (1983 a 1988) sobre Neurociencia en Iberoamérica. Fue el primer español en publicar en Science.

Posee la Encomienda (1976) y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1980), y es Doctor “Honoris Causa” por las Universidades de Valladolid (1994), Granada (1997) y Nacional de Educación a Distancia (2002), y Profesor “Ad Honorem” de la Universidad de Montevideo (1996). Recibió los Premios “Santiago Ramón y Cajal del CSIC” (1956), “Nacional de Investigación” (1958), “Eugenio Rodríguez Pascual” (1994) y el ‘Rey Jaime I’ de Investigación Básica (2006). Le fue concedida la Medalla de Oro de la Universidad Autónoma de Madrid (2018).

Ingresó en esta Real Academia, como Académico de Número, el año 1995, ocupando el sillón nº 31 de Anatomía.

El Prof. Reinoso falleció serenamente en la madrugada del pasado 5 de mayo de 2019.

3. Acerca de nuestros especiales encuentros

Deseo evocar algunos de nuestros encuentros especiales a lo largo de los años que hemos convivido en la Academia, recordando diversas ocasiones en las que, con detenimiento, con reposo, con fecundo diálogo, compartimos sentires, pensares, creeres y saberes.

1. Un primer momento de singular importancia en la forja de nuestra amistad fue su presencia en Lanzarote, en el verano del año 2002, con ocasión de su participación en el IV Simposio “Ciencia y Técnica en España de 1898 a 1945. Cabrera, Cajal, Torres Quevedo” en el que dictó la conferencia “La actualidad de la obra científica de Cajal”. Este sosegado encuentro facilitó unas primeras fecundas discusiones que se iniciaron con la expresión de su deseo de asistencia a una misa, cuestión harto difícil en Lanzarote fuera de la hora usual de las conferencias, coincidentes de ordinario con las celebraciones litúrgicas. No disponíamos de Google como en la actualidad. Muchas vueltas dimos, aldeas tras aldeas, en búsqueda esperanzada que concluimos con éxito. Diálogo fecundo con el paisaje extraterrestre lanzaroteño a nuestro alrededor, encuentro de acuerdos y desacuerdos con serenidad y profundidad. Así hablamos extensa y serenamente de los para mí problemas que se planteaban la humanidad, los científicos y los creyentes de las diversas religiones y confesiones, problemas para los que él tenía no sólo respuestas personales sino soluciones seguras, absolutas, verdaderas: el tránsito histórico desde el ‘dualismo cuerpo-alama’ a los actuales ‘ser humano unitario sistémico’ y al dualismo ‘cerebro-mente’; el problema de Dios; el problema de la vida, el problema del logro evolutivo de la inteligencia; los problemas históricos de la gobernanza por Dios del Universo que plantearon Calvino y Newton (Universo que a la luz del conocimiento cosmológico actual funciona por sí mismo); del problema del enfrentamiento de la Iglesia católica con el creyente Galileo en los inicios de la Edad Moderna de la ciencia o de la generación de la ciencia moderna. En resumen, de las relaciones entre ciencia y fe que tanto ocupa en la actualidad a tan numerosos foros eclesiásticos de las diversas confesiones cristianas. En este marco manifestaba una serena y profunda ansiedad por conocer las dudas y las respuestas actuales, que ofrecen la filosofía y la teología, más elaboradas a la luz de los progresivos conocimientos científicos. Y junto a esto, en inferior plano, ¡cómo no!, el trasfondo cajaliano.

2. Un segundo momento digno de recordar se presentó con ocasión de la publicación de El legado filosófico español e hispanoamericano del siglo XX que dirigía el profesor Manuel Garrido, catedrático de Lógica de la Complutense, quien me había pedido que coordinara el capítulo 7 dedicado a “El genio filosófico de la ciencia: Cajal, Torres Quevedo, Menéndez Pelayo”. En la primera parte, dedicada a la figura de nuestro Santiago Ramón y Cajal, recurrí a nuestros compañeros Francisco Alonso-Fernández, para que escribiera una “Historia personal abreviada”, y Fernando Reinoso Suárez para que escribiera “La obra de Santiago Ramón y Cajal”. Acercamos nuestras impresiones, a veces tan próximas y de vez en cuando disjuntas. Crecía nuestra amistad. También escribiría, por mi parte, el Capítulo 19 dedicado a uno de nuestros predecesores en esta Real Academia: “Julio Palacios, del análisis dimensional a la crítica de la relatividad”. Celebramos varios encuentros, con Cajal como trasfondo, pero con las cuestiones problemáticas que le sugerían la Neurociencia en particular y las fronteras de la ciencia, así como las manifestaciones de científicos agnósticos en general, siempre en su persistencia por elaborar su concepción de la trascendencia

3. Otro momento de intensa relación tuvo lugar, con su insistencia, para que lo acompañara a Roma en 2011 a la ordenación sacerdotal de José Manuel Giménez Amaya, compañero que hoy ha presidido la celebración eucarística y que recuerda a Don Fernando como trasmisor de grandes ideales a sus discípulos, de impulsor sugerente de altas metas para ellos.

4. ¡Cuántas veces en los prólogos o finales de las sesiones de la Academia se dirigía a mi mujer para decirle que la recordaba en su misa diaria porque encontraba una señora que se le parecía y así recuperaba su diálogo sobre nuestros temas!

5. Finalmente la preparación de su último discurso académico “El ser humano desde la neurociencia y la trascendencia”, escrito en varias fases y con distintos destinos, nos reunió en varias ocasiones, siempre en borrador y pendiente de luz, desde la claridad y firmeza de sus ideas básicas, pero con su loable deseo en doble perspectiva, según manifestaba, de no disparatar en filosofía y al mismo tiempo, con ejemplar modestia, de aprender. Tenía suficiente con su visión acerca de la trascendencia religiosa … pero quería conocer más profundamente la perspectiva filosófica de la trascendencia y sus concepciones históricas. Nunca pretendí convencerlo de nada diferente a sus creencias porque desde sus fundamentos todo era coherente. Mi actitud era la de amigo que le habla sin pretensiones de convencimiento, que se entrega asumiendo sus verdades creídas, tan válidas como las mías. Fe común, pero frente a la seguridad de fortaleza inexpugnable la tensión de la duda y la búsqueda.

4. El ser humano Fernando Reinoso Suárez

En nuestra reciente tesis doctoral sobre los personajes femeninos en la novela de Delibes, hemos aportado un modelo de utilidad en los tres niveles ordinarios de la literatura básica: 1) para la construcción de los personajes por el novelista; 2) para el estudio analítico de los críticos de la literatura; y 3) para facilitar la lectura de las novelas. Con este marco, haremos por primera vez, en brevísima aplicación, uso del modelo para construir una síntesis biográfica de un ser humano real, nuestro compañero Fernando Reinoso, aproximándonos así a su ‘realidad personal’. Hasta el presente sólo lo había utilizado como lector y quizás como crítico de personajes novelísticos.

4.1. Arquetipo ‘Fe y Descendencia’

Una primera necesaria referencia al ‘arquetipo’, en tanto que especie de mínimo común de un extenso variado ‘conjunto de tipos’ en aquél integrables. El arquetipo en el que se sitúa Fernando Reinoso Suárez puede definirse por unas características básicas entre las que como más significativas pueden señalarse: 1) en el ámbito de la consciencia: hombre de fe en la existencia de un Ser Supremo, Dios, que se manifiesta con carácter ‘personal’ en su relacionarse con los seres humanos; y 2) en el ámbito de la sociedad: patriarca con extensa prole.

4.2. Abraham, ‘prototipo’ del arquetipo

El ‘prototipo’ de este arquetipo ‘Fe y Descendencia’ es el personaje bíblico Abraham, del que pueden recordarse sus dos características primordiales.

a) En el ámbito de la consciencia, su vida de fe, que se manifestó en sentido máximo, tanto:

1) En la espera de la descendencia sugerida o prometida por Dios, a pesar de los avatares de su larga vida, iniciados a este respecto por la entrega de Sara a Abimelec bajo la consideración de que era su hermana, y tras la devolución de ésta al conocer el rey que era esposa de Abraham; y, sobre todo,

2) En la exigencia de la entrega a Yavé en sacrificio de su hijo Isaac.

En este marco abrahámico no debe obviarse la referencia al Génesis en la encíclica Laudato Si del Papa Francisco destacando su naturaleza de “narrativo y simbólico”.

b) En el panorama de la sociedad, tras Sara, la estéril, surge Agar, la esclava egipcia, que le ofreció la propia Sara a Abraham como mujer, de la que tendría a Ismael, por el que Dios dijo a Abraham “Yo le bendeciré y le acrecentaré, y multiplicaré grandemente”. Y tanto Abraham como Ismael serían circuncidados el mismo día para cumplir el pacto de alianza con Dios. Tras la salvación del sacrificio de Isaac, le prometería Yavé: “te bendeciré largamente y multiplicaré grandemente tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de las orillas del mar […] por haberme obedecido”. Moriría Sara y siendo Abraham aún más viejo y casado ya Isaac con Rebeca, tomó Abraham a Quetura como nueva mujer de la que, según el Génesis, le parió a Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Jesboe y Sue. Finalmente serían Isaac e Ismael, sus hijos primeros, quienes lo enterrarían con Sara, su primera mujer. Lo cierto es que tras una primera tan exigua descendencia, en la actualidad Abraham es considerado ‘primer profeta’ de las religiones de libro -judaica, cristiana y musulmana, con sus diversas dispersiones de credos- y generador genético de la multiplicidad de descendientes de las grandes familias de hebreos e ismaelitas.

4.3. El ‘tipo’ Fernando Reinoso

4.3.1. La estructura del ‘yo’: su carácter intrínseco. Los rasgos básicos de su personalidad.

En el marco del arquetipo caracterizado por la Fe y la Descendencia, don Fernando pertenece a un ‘tipo’ que se integra en el de los creyentes en el Dios Uno Personal y de la condición social de patriarca con extensa prole. Hombre de fe. La fe de Abraham, firme pero sencilla: en el Dios personal en el que cree y se le revela en diferentes ocasiones.

En cuanto a su descendencia, ¡qué vida más difícil la de Abraham y aparentemente qué fácil la de D. Fernando! Baste citar sus palabras, que podemos hacer nuestras, de la expresión en su discurso de ingreso en la Academia:

Un capítulo especial debo dedicar a mi familia, a mi mujer y a mis diez hijos. María Luisa, madre de una familia numerosa y esposa de un catedrático de Universidad con dedicación exclusiva, ha debido hacer milagros en muchos terrenos, y sobre todo ha derrochado una enorme fortaleza y comprensión y nos ha proporcionado a todos paz y alegría. Con ella han colaborado como un magnífico equipo, gracias a Dios, todos nuestros hijos.

María Luisa dio el equilibrio, la serenidad, la paz que inundaba la alegría que Fernando expresaba a su paso y en todas sus conversaciones: hombre feliz. El Señor del Antiguo Testamento sometió a duras pruebas a Abraham, y así Sara, Agar y Quetura no pudieron llenar su vida en ningún momento.

Pero el ‘tipo’ Fernando Reinoso se completa en ambos campos con nuevas características.

1) En la perspectiva religiosa, plano de la consciencia: Hombre de fe cristiana católica. Él escribe:

Defino Revelación: Sagradas Escrituras + Tradición + Magisterio Pontificio: 1) Creencia en un Dios Supremo, 2) Dios es creador de todo lo que existe; 3) Dios es creador del hombre. Mis creencias en conexión con la Santa Iglesia Católica.

El Dios del cristianismo, respecto del Yavé judío, es harto más complicado a la razón: Uno y trino, revelada la divinidad en la persona de Jesús encarnado, muerto, resucitado, redentor y salvador. Fe íntegra, sin fisuras, firmeza radical, en un plano religioso sumamente extenso y complejo: el de la Iglesia católica.

2) En el panorama social: Científico, dedicado prioritariamente al estudio de la neurociencia. Ésta quizás sea en la actualidad la disciplina de más importancia para el estudio del ser humano en el proceso biológico de la evolución: el cerebro, la mente, la memoria, la consciencia.

4.3.2. Las circunstancias: su respectividad extrínseca

Las circunstancias, en la consideración de Ortega, o su respectividad social, extrínseca, en apretadísima síntesis, quedaba enmarcada por sus relaciones con y en los diferentes ámbitos siguientes:

a) La familia: la antecedente, con precedente próximo en Granada, y la por él formada con María Luisa y sus numerosos hijos y nietos.

b) La religión católica, centrada en su pertenencia al Opus Dei.

c) La universidad, con sus presencias y relaciones con diversas universidades españolas y extranjeras.

d) Nuestra Real Academia Nacional de Medicina de España.

Quizás la característica social más relevante de Fernando sea, poniendo en su boca las de Delibes en las Conversaciones con César Alonso de los Ríos: “Soy un hombre de fidelidades”.

4.3.3. La dinamicidad vital

La vida personal, en su desarrollo biológico y desarrollo humano familiar y profesional y social, transcurre, según Ortega y Gasset en su supuesta ‘doctrina filosófica’, como realidad radical: la vida, la vida de cada uno. Así se estableció el considerado vitarracionalismo o raciovitalismo que han estudiado las últimas generaciones en el Bachillerato. La vida, siempre intrínsecamente dinámica, en el caso del Profesor Reinoso, salvo en su biología, se caracteriza por unas notas estáticas, permanentes, como ‘constantes vitales’, al modo de las constantes universales de la Física, que no se alteran en el devenir.

a) Permanencia en la fe, firmeza en su fe con una aceptación absoluta, sin fisuras.

b) Vivencia de la felicidad, aun en momentos de mayores dificultades.

c) Y esto, en la continuidad del crecimiento de la familia generada.

* * *

Pero avancemos en la intelección a un nivel superior de la vida interior, con centralidad científica, pero sin marginación de la religiosidad, del profesor Reinoso Suárez. Para su mejor recuerdo en esta Real Academia Nacional de Medicina de España, se hace necesario que nos enfrentemos con sus discursos de ingreso y de despedida en ella.

5. Su discurso de ingreso en la Academia: “Anatomía de la Memoria”

La lectura de su discurso de ingreso en esta Real Academia, tras nuestro primer encuentro dilatado de Lanzarote, sólo su título, me sorprendió especialmente, “Anatomía de la memoria”. Al menos en principio, la expresión exigía asumir la memoria como entidad, como sustantividad, si no como sustancialidad; y por tanto, la memoria, se presentaba sublimada como categoría de realidad física. Y el autor era un católico de firmes convicciones en la tradición religiosa.

La memoria, en la cultura cristiana, era concebida como una potencia del alma, si se quiere una propiedad del alma. Así, recitábamos en el catecismo escolar de los tiempos del primer franquismo: “las potencias del alma son tres: memoria, entendimiento y voluntad”. En terminología zubiriana diríamos que la memoria es una ‘nota-de’ el alma, entidad ésta, en su caso, espiritual, y de ninguna manera física o corporal o substancial, con ocupación de espacio. Por tanto, estrictamente, desde esta perspectiva, carecía de sentido el título: “Anatomía de la memoria”. ¡Qué difícil se me antojaba la lectura de tan sorprendente discurso!

Pero su obra tomaba la senda de la ciencia neurológica que caracteriza como memoria algo radicalmente otro. En ningún sentido se concibe como de naturaleza espiritual o sobrenatural, aunque tampoco como sustancialidad; ni siquiera, ella propiamente, como entidad real. ¿Qué considera, pues, la neurobiología que desarrolla Reinoso, que es la Memoria, a la luz de su discurso? Así, escribe:

El aprendizaje suele definirse como el proceso de adquirir nueva información o conocimiento y habilidades; mientras que memoria, retención o almacenamiento del conocimiento, se refiere a la persistencia del aprendizaje de forma que pueda ser recuperado en un estado posterior. Memoria es por tanto la consecuencia usual del aprendizaje.

De esta manera, la memoria no sería en sí ni capacidad ni sustantividad, sino ‘hecho’ sorprendente que tiene lugar en un determinado sustrato, en las redes neuronales.  En todo caso, la memoria carecería de entidad, aunque podría considerarse como una potencialidad del cerebro para acumular y mantener lo que podría llamarse quizás con más precisión, en esta tesitura, ‘lo memoriado’ (expresión y término distinto de lo usualmente considerado como ‘memorizado’). El cerebro tendría así capacidad de memorizar y de acumular un conjunto de conocimiento ‘memorizado’, de modo que tanto a dicha capacidad como a lo acumulado podría llamársele Memoria, dos acepciones distintas, aunque complementarias, y a fin de cuentas como las utilizamos en Informática. Pero en neurobiología, al menos en esta perspectiva, no sabemos qué es o qué pueda ser.

Reinoso hace un estudio ‘anatómico’ exhaustivo acerca de los mecanismos moleculares y celulares, dice él, ‘de la memoria’. Considera con Fuster (1994), que “la memoria es una función ampliamente distribuida” de modo que “todas las estructuras nerviosas tienen memoria”. Y así, por su distribución, habla de memoria medular, memoria de la corteza cerebral, memoria visual, memoria sensitiva, memoria motora, memoria cortical; pero también, entre otras clasificaciones, por sus características, de: memorias a corto plazo y memorias a largo plazo, de memoria declarativa o explícita en tanto que episódica o semántica. A modo de síntesis final de esta concepción:

Bajo un punto de vista anatómico se ha definido toda memoria como una red neuronal, más o menos extensa según su contenido (Fuster). Esta red es una estructura esencialmente asociativa, definida por el conjunto de neuronas que la constituyen y por las conexiones que las unen.

Así, la memoria sería sustancialidad y no propiamente función.

Este discurso de ingreso presentaba un carácter exclusivamente científico, punto de partida, desarrollo descriptivo acerca de la memoria explícita y de las amnesias en sus importantes estudios y en sus ámbitos de conclusiones. Quiero decir que en el corpus de su discurso no se hacía ninguna referencia a Dios, a la Iglesia, a la espiritualidad, a la trascendencia, a su fe. ¿Y cómo era esto posible en una cuestión de esta naturaleza y con tanto arraigo cristiano filosófico y teológico? Su fe en la religión católica superaba a su fe científica. Mientras en ésta buscaba verdad, aquella era para él depósito de verdad absoluta y plena.

Pero en fecha tan temprana como aquel 1995, en la ocasión de su ingreso en la Academia, tendría que concluir con un epílogo harto significativo:

Tengo que confesar que he estado a punto de utilizar argumentos filosóficos para ofrecer mi visión del hombre. A tratar de entender esta visión he dedicado muchas horas durante muchos años, y también, quizás, la mayor parte del tiempo empleado en la preparación de este discurso. Sin embargo, he optado por suprimir esta parte de mi trabajo. Mi formación filosófica no está al nivel de mi experiencia en las ciencias positivas y opino que podría ser ‘irrespetuoso’ con esa ciencia si entrase en ese tipo de consideraciones.

Pero, necesariamente, tendría que decir algo más:

Sí debo, sin embargo, afirmar que todos los hallazgos aquí descritos relativos a la memoria humana, fundamentados en el método científico, son coherentes con mi visión personal del hombre.

De esta manera, el profesor Reinoso, primero, ofrece una expresión de la absoluta coherencia entre ciencia y fe que mantenía con plena certeza. Pero, segundo, aún hay más en este aparentemente extraño epílogo a una extensa disertación científica: ha superado el tradicional dualismo cuerpo-alma y se inserta en la actual visión teológica, filosófica y científica relativa al ser humano. Lo hace con estas palabras:

Para mí, el hombre puede explicarse porque en él hay un componente espiritual, que está estrechamente unido a su cuerpo, que su unión constituye una única naturaleza, la humana. Por tanto, en el caso del hombre esas estructuras cerebrales concretas de cuyo funcionamiento depende la integridad de su memoria, pertenecen al cerebro de un ‘cuerpo espiritualizado’ o un ‘espíritu corporizado’, como ha definido al hombre uno de los pensadores contemporáneos de mayor relieve (Juan Pablo II, 1994).

Por tanto, rubrica el tratamiento actual de la consideración de “todo el hombre como unidad indivisible”.

Esos dos principios, la absoluta coherencia ciencia-fe y la unicidad del ser humano, de no fácil asunción vital, colocaban a don Fernando en un lugar psicológico y moral de seguridad, de paz y de íntimo sosiego.

6. Su discurso final: “El ser humano desde la neurociencia y la trascendencia”

Si “Anatomía de la memoria” fue su discurso de entrada, y sus contribuciones en estos 25 años se han centrado en el estudio del cerebro, focalizado en numerosas ocasiones en la vigilia del sueño, su nuevo discurso, que bautizo como de despedida, lo preparó durante muchos años y en torno al cual tuvimos ocasiones diversas de conversar. Lo tenía pendiente. Pero, no en balde, sería él mismo quien recordaría la unidad y no sólo la relación de estos discursos. Escribiría, tras los cinco lustros académicos:

Mi concepto actual del hombre sigue siendo el que escribí en el epílogo de mi discurso de ingreso en la Real Academia Nacional de Medicina.

Se refiere, pues, a 1995. De inmediato (1998) preparó una primera edición de “Neurociencia y Trascendencia” e inició una ‘campaña’ intelectual ante: 1) el ‘gran número de disparates’ que en los últimos tiempos había oído a algunos científicos o pseudocientíficos, al mezclar los descubrimientos más o menos recientes, y más o menos deformados, en el área de la Neurociencia, con temas que a él le parecían trascendentes; 2) la propensión de muchos científicos a introducirse en temas filosóficos en los que demostraban una ridícula ignorancia; y 3) el hecho de que esos científicos no reconocen fuente de conocimiento alguna distinta de las ciencias positivas.

Su planteamiento, recientemente expuesto, fue nítido: 1) Existencia de tres fuentes de conocimiento: las ciencias positivas, la filosofía y la Revelación; 2) Distinción, de manera simple, y al modo de Zubiri -decía él-, de tres realidades: cósmica, humana y divina, como propias, respectivamente, de las ciencias positivas, de la Filosofía y de la Teología; 3) Disciplinas que señalan tres caminos diferentes, que considera paralelos y complementarios; y 4) Tales realidades y caminos que “no pueden someterse ninguna de ellas a las otras y (que) si están sabiamente aplicadas y sus conclusiones suficientemente contrastadas no pueden contradecirse entre sí”.

Su fe explícita y segura se concreta en: 1) Su manifestación ya reproducida: “Defino Revelación: Sagradas Escrituras + Tradición + Magisterio Pontificio”; y 2) Su firme expresión “Mis creencias en conexión con la Santa Iglesia Católica”. Esta manifestación radical, absoluta, de certeza, chocaba, más aún en el año 2017, con la conmemoración de la Reforma Protestante, 500 años del acto de fijación de las 95 tesis de Lutero en la portada de la iglesia de Wittenberg, y el acercamiento del Papa Francisco a las confesiones evangélicas en la prosecución de avances ecuménicos cristianos. En nuestras conversaciones integradoras de aconteceres históricos y actuales en torno a los criterios divergentes ofrecidos por diferentes pontífices, como había puesto de manifiesto Lutero y puede hacerlo cualquier aceptable lector de textos, para Fernando no había habido la menor contradicción entre ellos a lo largo de la historia. Metafóricamente diríamos que no se trataba de lavar ‘los trapos sucios’ en casa, sino de la inexistencia de ‘trapos sucios’: así de firme se ofrecía el valor de sus creencias “en conexión con la Santa Iglesia Católica”.

Y llegando al final. ¡Cómo no habríamos de reproducir su referencia básica a Cajal!:

El científico acierta exclusivamente a comprender algo de ese lenguaje misterioso que Dios ha escrito en la Naturaleza; y a él solamente le ha sido dado desentrañar la maravillosa obra de la Creación para rendir a lo Absoluto el culto más grato y acepto, el de estudiar sus portentosas obras, para en ellas y por ellas conocerle, admirarle y reverenciarle.

Pero ¿‘qué es la Trascendencia’?, objeto principal y primicial de su discurso. Veamos algunas notas de su concepción:

1) El sentido profundo de la trascendencia enlaza con el de eternidad.

Trascendencia es lo que tiene que ver con Dios, lo trascendente es Dios.

La trascendencia es una realidad propia en y por sí misma … a la que llamamos Dios.

Realidad transfísica fundamento de la evolución del Universo.

Dios es el fundamento causal directo de la materia o de un estado inicial, del cual no se desentiende.

El ser humano es un sujeto unitario trascendente, ‘cuerpo espiritualizado’ o ‘espíritu corporeizado’. Y con esto como trasfondo reafirmaría las ideas que deseaba difundir y compartir:

Los católicos debemos ser los primeros defensores de la ciencia, ya que ésta busca la verdad.

Debe tenerse conciencia de los límites de la ciencia, así como de las sucesivas mejoras en sus progresivas aproximaciones del conocimiento de la realidad.

Existen otras fuentes de conocimiento: la filosofía, la teología y la Revelación

Le gustaba decir que para Zubiri la trascendencia significa: presencia de Dios en el mundo, pero inserción de éste en Dios. De manera, que, si bien es cierto que Dios y el mundo no son uno, tampoco son dos realidades yuxtapuestas y adicionales. Trascendencia significa -como hemos anticipado- que Dios es el fundamento causal directo de la materia o de un estado inicial, del cual no se desentiende, -y añade- pero en el que no interviene forzosamente como causa próxima, sino que es sólo fundamento de la causalidad de las causas intramundanas. Es decir, principio teológico acorde con la Cosmología física actual.

7. “Santos, sabios y sanos”: la impronta que deja en su descendencia

Para finalizar deseo integrar en este recuerdo académico el contenido básico de los textos leídos por sus nietos Teresa y José Luis según los oímos en el funeral celebrado en la Iglesia del Espíritu Santo el 29 de mayo.

He aquí la trilogía que D. Fernando había intentado fijar en las conciencias de sus nietos: “Sed santos, sabios, sanos”. Así empezó la nieta y así concluiría el nieto.

Teresa leyó:

Hola abuelillo, […] seguimos echando de menos tu presencia física. […] Y es que estos días, son muchos los recuerdos que resuenan dentro de nosotros. Como aquellas tres palabras, tres consejos, que resumían toda una filosofía de vida: “Santos, sabios y sanos”. Era lo que contestabas cuando te preguntaban qué nos deseabas a tus hijos y nietos: “Que seáis santos, sabios y sanos”.

Sanos, no sólo desde el punto de vista físico […] sino ser personas rectas, francas, sencillas y sin doblez. Personas en las que se pudiera confiar, con las que se pudiera respirar un cariño sano y sincero.

Sabios. […] Pero no se es más sabio por saber más. Tú no eras sabio por saber mucha neuroanatomía y ser el primer español en publicar en la revista Science. Tú eras sabio, abuelillo, porque deseabas compartir tu saber con los demás:

Y así, llegar a la tercera palabra, que para ti, era la primera: santos. Porque abuelillo, de ti hemos aprendido que si queremos ser santos, no tenemos que ser perfectos. […] Aprender a amar y a ser amado.

Y José Luis:

En el laboratorio, en el hospital, en la facultad o en casa, encontrábamos a un mismo hombre que junto a mi abuela había construido un camino de generosidad.
No tengo certezas de cómo es el Cielo. En el caso del abuelito me lo imagino sentado en la hierba de la Alpujarra, repasando su libro de Cajal, en presencia de sus padres y de su hermana, disfrutando del azul del cielo y del azul del mar … preparando con delicadeza su casa para cuando llegue la abuelita, para cuando lleguemos nosotros.

Su ejemplo, nos da plena certeza de que el Cielo existe, no de cómo es.

Abuelito, te queremos y te necesitamos. Ayúdanos a estar contigo, a ser santos, sanos y sabios.

8. Consideraciones finales

Finalmente, el mensaje a los académicos de nuestro compañero Fernando Reinoso, en este momento, precisa una alteración en el orden de los sustantivos señalados y unas ligeras modificaciones de los contenidos de su trilogía de recuerdo familiar.

He aquí su legado: 1) En el ámbito de la sabiduría: intensificar el esfuerzo intelectual en la búsqueda de la verdad; 2) En el ámbito de la sanidad: cuidar la salud y comprometerse en la mejora universal de la misma; y 3) En el ámbito moral: mostrar una conducta ética en la intelectualidad personal y en la relacionalidad social.

Y como cuestión actual de singular importancia que se retomará en esta Real Academia en el futuro, además desde diferentes puntos de vista, queda el problema de qué es la consciencia ¿es materia?, ¿qué es? Tendremos que recurrir a ella al modo del concepto tradicional fenecido de alma …  En todo caso, fuere lo que fuere, una pregunta radical que mira al futuro se nos plantea en nuestro mundo creador. ¿Podrá descargar cada ser humano su consciencia, algún día, en la memoria de un ordenador, para sobrevivir a la muerte de su cuerpo?

El profesor Fernando Reinoso Suárez estudió el cerebro, las neuronas, los axones, las sinapsis, las redes neuronales, … todo esto es materia, todo esto tiene anatomía, pero … quería saber, aspiraba a más, como nosotros deseaba profundizar en la memoria, la inteligencia, la consciencia, la mente, … y llegó, desde la fe actualizada (gran mérito en una inteligencia tradicional) a darse una respuesta, a un problema capital de una de las grandes preguntas, ¿qué es el ser humano?: ‘cuerpo espiritualizado’ o ‘espíritu corporizado’. Y deja abierto el campo de la ciencia, que nunca es definitivo, siempre ‘a la altura del tiempo presente’, que nunca es total, siempre aproximación, de ordinario en progreso.

Pero si el problema del cerebro ofrece conocimientos aceptables y en línea ascendente, no ocurre así con los problemas de la mente, la memoria, la inteligencia, la consciencia … que permanecen como grandes y difíciles problemas ¿qué es y qué representa este extenso ámbito? O, con menos dudas, ¿qué son, en su caso, cada una de estas supuestas realidades diferentes, aunque relacionadas? ¡Cuánto tienen que decirnos aún la Medicina, la Neurobiología, la Neurociencia, … así como otras fuentes de conocimiento, al modo perseguido por nuestro compañero Fernando Reinoso al que hoy ofrecemos este homenaje póstumo!

Fernando se fue … al cielo. Descansa en paz.

He dicho.

DECLARACIÓN DE TRANSPARENCIA

El autor/a de este artículo declara no tener ningún tipo de conflicto de intereses respecto a lo expuesto en el presente manuscrito.

Autor para la correspondencia
Francisco González de Posada
Real Academia Nacional de Medicina de España
C/ Arrieta, 12 · 28013 Madrid
Tlf.: +34 91 159 47 34 | Email de correspondencia
Anales RANM
Año 2020 · 137(01) · Supl.01 · páginas 27 a 33
Enviado*: 24.09.19
* Fecha de lectura en la RANM