Excelentísimos Sres. Presidente, Juntas de Gobierno y Directiva, académicos de la Real Nacional de Medicina de España, excelentísimas señoras y señores, autoridades civiles y militares, cuerpo diplomático, familiares, queridos amigos.
Es un honor dirigirme a ustedes para el adecuado tributo al honroso nombramiento de miembro Medalla de Honor de esta antigua y prestigiosa Real Academia Nacional de Medicina de España.
Excelentísimos señores académicos, quien les habla, confirma que le agradó y mucho preparar este discurso, primero por la admiración a la profesión que a ustedes les honra y por la labor docente, investigadora y bibliográfica, con sus Anales, Diccionario Panhispánico de Términos Médicos, series monográficas, etc…, de esta Real Academia en favor del futuro de la Medicina en nuestro país y como consecuencia en toda la comunidad iberoamericana, con la que estoy comprometido desde hace cuarenta años.

La Medicina y el resto de las ciencias de la salud tienen el poder de transformar el mundo, el poder de inspirar y de crear esperanza, donde alguna vez hubo sólo desesperanza. Para llegar a ser lo que hoy son ustedes señores académicos y lo que representan, es haber ido creciendo con la fe absoluta en el trabajo, en el espíritu de equipo, en la fe, en la superación, en el sacrificio, en la humildad, en el respeto y en la solidaridad. Estos pilares han sido fundamentales para construir la Real Academia y hoy pueden ustedes sentirse orgullosos por lo conseguido, demostrando que en esta nobilísima profesión no existe la palabra imposible para seguir alimentando el sueño de luchar contra las enfermedades y mejorar la calidad de vida de nuestros conciudadanos.
Por vocación y compromiso con la Corona y sumándome a la grandiosa obra que estaba realizando S.M. el Rey, me comprometí con Don Juan Carlos hace cuarenta y cinco años, compaginándolo con mi carrera empresarial, al desarrollo de la sociedad civil para la vertebración y el futuro de la sociedad española, participando en la creación y desarrollo de numerosas asociaciones y fundaciones, y en su nueva ley que resumo en las más destacadas que continúan hoy vigentes con gran pujanza, club de dirigentes de márketing, Real Asociación de Caballeros de Yuste, de la que soy presidente emérito, compuesta por más de 2.500 miembros, numerosos de ellos médicos, defensora de su ideario de la Universitas Cristiana e historia del emperador Carlos V, y presente en treinta naciones de Europa y América. Asimismo Real Hermandad de Caballeros de San Fernando, la Asociación Española de Diplomados en Altos Estudios de la Defensa Nacional (ADALEDE) junto al CESEDEN del Ministerio de Defensa, la Asociación de Capitanes de Yate para la Reserva Civil, la Orden de Caballeros del Camino de Santiago, las Confederaciones Española e Iberoamericana de Fundaciones, co-presididas junto al inolvidable Infante Don Carlos de Borbón(+), el Círculo Inmobiliario en el Club Financiero y la Real Academia de la Mar, y en las que actualmente sigo comprometido presidiendo, el Real Fórum de Alta Dirección y la Fundación Carlos III y en mi condición de primer vicepresidente ejecutivo y actualmente patrono fundador y vitalicio de la Fundación Real Madrid.
Coincide este reconocimiento de hoy y no es casualidad, que el Real Fórum de Alta Dirección está celebrando el XL aniversario de su constitución, creado por iniciativa de un grupo de catedráticos, dirigentes empresariales y profesionales liberales que habíamos participado en la ejemplar transición política española. Nos dimos cuenta que, consolidada esta etapa, existía un vacío entre el poder político a través de los partidos y el ciudadano, creando un espacio grande y peligroso donde deberían existir una serie de instituciones que cubrieran esta necesidad y cumplieran con la Constitución que reconoce nuestro derecho a participar directamente en la vida pública, económica, cultural y social del país. Esta decisión fue de personas entonces jóvenes, con responsabilidades, que no participábamos en la lucha partidista, pero que estábamos en condiciones de analizar el estado de la sociedad y proponer posibles soluciones.
Si democracia es participación, decidimos incorporarnos al quehacer nacional, pero no como partido, sino al servicio del hombre y la sociedad, persiguiendo los fines más nobles y elevados. Precisamente por defender estos fines S.M. el Rey Don Juan Carlos, nos honra con su presidencia impulsándola desde los primeros años y hoy el Real Fórum aglutina a 1.300 miembros, conformando un lugar de encuentro entre responsables de la alta dirección de todos los estamentos de la sociedad, entre ellos distinguidos miembros de esta Real Academia y del resto de las ciencias de la salud, y siendo la única asociación en España y en los capítulos de Bolivia, Colombia, México, Panamá, Perú y Portugal que conjugan estos colectivos, haciendo buena la cita de Donoso Cortés “hay que unirse no para estar juntos, sino para hacer algo juntos”.
Asimismo, en mi condición de presidente de la Fundación Carlos III, no puedo, excelencias, evitar hablar de este gran monarca, vigésimo segundo rey de Castilla y León y undécimo de España y de las Indias, que tuviera la visión, entre otras grandes obras, de promover la ciencia, la cultura, las expediciones científicas ultramarinas, estudiando la flora y la fauna de América, y botánicas como la de D. José Celestino Mutis, creando el Real Gabinete de Historia Natural y Botánica de Madrid, como estuche perfecto de los objetos americanos en las colecciones reales, así lo definió el buen rey Don Carlos.
La reforma sanitaria durante el reinado de Carlos III comenzó desarrollando y creando centros de nuevo cuño, como el Real Colegio de Cirugía de Cádiz de la Marina, que ha cumplido recientemente 275 años; después el ejército funda otro en Barcelona y seguidamente el Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid, dedicado a las enseñanzas para el proceso de desarrollo de los estudios de cirugía y medicina, precisando que en oficinas principales se colocaran en piezas capaces y de buenas luces y adorno serio, sus libros que pertenecerán a las materias de cirugía, medicina, anatomía humana, veterinaria y ciencias naturales, ordenando a los diplomáticos destacados en París y Londres, adquieran lo más novedoso en el panorama científico europeo, convirtiendo en los cirujanos españoles de ambos lados del Atlántico, gracias a estos centros, en los más preparados del siglo. La pragmática de 1780 divide al Real Tribunal del Protomedicato en tres audiencias: una para la medicina, otra para la cirugía y la tercera para la formación, creando escuela que ha perdurado hasta nuestros días, haciendo buena la cita de Gaspar Melchor de Jovellanos: “Carlos III había dado a las Españas, se incluía América y Filipinas, ciencias útiles, principios económicos y el espíritu general de la Ilustración”. La Fundación Carlos III, que se honra con el nombre como se ha indicado anteriormente, de uno de los más prestigiosos monarcas españoles, cuyos ideales ilustrados considera modélicos y que se precia de ser fiel defensora de la Corona, siente una especial vocación americana por ser de enorme relevancia el reinado de Carlos III en América. El esplendor y madurez alcanzado por los virreinatos en el siglo XVIII, sin duda, hizo posible su posterior independencia. Por todo ello, constituyó hace veinticinco años el Foro Iberoamericano al que pertenecen 40 presidentes y expresidentes de repúblicas americanas, el último recibido el Dr. Alejandro Giammattei de Guatemala en su visita como país invitado de la FITUR 2023, 200 antiguos y actuales embajadores iberoamericanos acreditados en Madrid y un grupo de 600 instituciones y personalidades españolas y americanas como esta Real Academia Nacional de Medicina, las de Veterinaria, Farmacia y doctores y sus presidentes, y asimismo los de la Real Academia Española, Fundaciones Carolina y Princesa de Asturias, los rectores de las universidades históricas de América, Portugal y España y los premios Nobel D. Mario Molina de Química, D. Óscar Arias de la Paz, nuestro añorado D. Camilo José Cela y D. Mario Vargas Llosa de Literatura. Asimismo, disfruta de los foros diplomático y de FF.AA. iberoamericanas, principalmente representadas en este acto, órdenes iberoamericanas de la justicia y general Infante Chaves, Consejo Iberoamericano de la Ingeniería de España, que agrupa a 100.000 ingenieros de sus nueve ramas y los premios iberoamericanos Fundación Carlos III, en sus diferentes apartados para cumplimentar nuestros fines estatutarios.
Recientemente, la Fundación ha sido considerada por la legataria de la obra del fallecido escultor D. Santiago de Santiago para desarrollar su museo memorial, designando obras significativas entre instituciones, embajadas y organismos estatales, iniciándose con la entrega de un busto del rey de los belgas Alberto II para el Palacio Real de Bruselas. Asimismo, el Museo Naval de Madrid recibió el de D. Felipe VI cuando fuera guardiamarina y próximamente se entregará el de D. Juan de Borbón, Conde de Barcelona, al Consejo de las Órdenes Militares presidido por D. Pedro de Borbón — Dos Sicilias, Duque de Calabria, que ha disculpado su ausencia hoy a este nuestro acto, y seguidamente se ofrecerá una significativa obra a esta Real Academia. Y como ha indicado el profesor Moreno, la Fundación Real Madrid está cumpliendo sus primeros veinticinco años, fue creada a mi propuesta cuando fuera directivo del club, por la junta directiva presidida por D. Lorenzo Sanz, habiendo impartido educación en valores a través del deporte a más de un millón y medio de beneficiarios, especialmente a niños y niñas con riesgo de exclusión social de más de 100 países, principalmente en América, donde actualmente en este continente disponemos de 169 escuelas y 79 actividades del deporte educativo con un total de 40.000 beneficiarios de 25 países.
El patronato presidido con ferviente dedicación por Don Florentino Pérez, junto a una dirección ejemplar y empleados comprometidos con sus fines estatutarios, hace posible que la imagen del club más laureado del mundo se acreciente por su responsabilidad social corporativa en favor de los más vulnerables, los niños y niñas, que consiguen a través de nuestras escuelas y proyectos un soñado y mejor futuro.
Haciendo honor a nuestra patria, por cierto y gracias a nuestra gran Constitución de la Concordia, líder mundial en trasplantes de órganos, en turismo, en deporte, en industria textil y farmacéutica, en infraestructuras, en agricultura, en sanidad, envidiada y envidiable, numerosos españoles dirigen algunos centros médicos, científicos y empresariales más destacados del mundo y tenemos un ingente tesoro oculto que compartimos con nuestros hermanos de América: el idioma español, la humilde lengua de Gonzalo de Berceo, única que planta cara sin chauvinismo al inglés en el mundo. Somos una gran nación, somos la tierra de Isabel la Católica, de Teresa de Jesús, de Cervantes, Miguel Servet, Balmis, Jorge Juan, Velázquez, Goya, Picasso, Cela, Ramón y Cajal, Marañón, Severo Ochoa y su alumna Margarita Salas, Rafa Nadal, Amancio Ortega y Patricia Botín. Reafirmando la civilización occidental a otros continentes y aunque estamos pasando momentos críticos en nuestra política interna, siempre nos queda la esperanza del verso del poeta inglés:
“Caminamos por lo más duro del invierno, ¿no es esa precisamente la señal de que la primavera está próxima?”
Señorías, autoridades, necesitaría tener el genio creador de los Premios Nobel Don Santiago Ramón y Cajal y Don Severo Ochoa para poder expresar con mis palabras la emoción, gratitud y orgullo que me llena haber recibido la Medalla de Honor de la Real Academia Nacional de Medicina de España. Y el mérito, es más, el de la tradicional generosidad de sus juntas directiva y de gobierno, que el de mi modesta pero siempre entusiasta contribución a la fraternal cooperación entre la Real Academia, la Fundación Carlos III, el Real Fórum de Alta Dirección y su cátedra en la Universidad Alfonso X El Sabio, donde han participado destacados miembros de esta docta institución, habiendo sido distinguidos con doctorados honoris causa y como profesores honorarios.
Queridos familiares y amigos, bien es sabido que los premios y reconocimientos forman parte de la huella que todo ser quisiera dejar como símbolo valedero del cumplimiento de su deber. Excelentísimos señores académicos, autoridades, cuanto yo he hecho o he pretendido hacer, en realidad en estos cuarenta y cinco últimos años, es convertirme en mero espejo de la luz que irradia la brillante historia centenaria de la Real Academia Nacional de Medicina Española y sus distinguidos miembros, siempre dedicados como dije anteriormente a los más altos valores en favor de sus conciudadanos.
Gracias señor presidente y junta directiva y de gobierno por aceptar la propuesta de mi admirado, querido profesor y académico Don Enrique Moreno González, gracias por vuestra generosidad, pues en función de ella unen mi nombre a las personalidades que ya recibieron la Medalla de Honor de esta docta institución que V.E. preside y que ha cumplido sus 160 años de historia al servicio de la sociedad, fomentando los estudios de las diversas disciplinas y difundiendo el acervo del conocimiento de sus miembros académicos, consagrados médicos, científicos e investigadores y disfrutando asimismo de su ganado prestigio y su extraordinaria biblioteca y sede donde hoy nos encontramos. Un amigo fiel es la medicina de la vida, se lee en el eclesiástico y en trance de hoy, quien estas palabras dice, se encuentra acompañado por familiares, amigos y todos ustedes que me hacen sentir la felicidad en su pleno esplendor.
Dijo Miguel de Cervantes: “Lo que se sabe sentir se sabe decir” y en el acto de hoy quien este discurso ha dicho, se ha permitido a quien oyere, no crear la menor sombra de duda y que confiesa que pergeño estas palabras desde el agradecimiento a esta Real Academia Nacional de Medicina de España, por considerarme con mérito suficiente para ser recibido como Medalla de Honor de la misma, significando este agradecimiento hacia todos ustedes en mi querido profesor Don Enrique Moreno González por hacerme el altísimo honor de la laudatio sobre mi persona, al presidente profesor Don Eduardo Díaz-Rubio, a su junta directiva y de gobierno y a todos ustedes por haber tenido la bondad de asistir a este para mí inolvidable acto.
Para finalizar mis palabras, decía San Agustín: “La medida del amor, es amar sin medida”. Quiero que sepan que muy cerca de los ochenta y gracias a los cardiólogos no tengo “el corazón partido”, lo tengo lleno de felicidad repartido entre todos ustedes. Y para finalizar este acto, les animo a continuar en el servicio generoso y leal a España, a la Corona, a nuestros países hermanos de América, a la sociedad civil que son nuestros conciudadanos, y gracias a la Constitución que nos protege, y a la libertad y a la justicia.
He dicho, muchas gracias.
DECLARACIÓN DE TRANSPARENCIA
El autor/a de este artículo declara no tener ningún tipo de conflicto de intereses respecto a lo expuesto en el presente trabajo.
ranm tv
Carlos Escudero de Burón
Real Academia Nacional de Medicina de España
C/ Arrieta, 12 · 28013 Madrid
Tlf.: +34 91 547 03 18 | E-Mail: secretaria@ranm.es
Enviado*: 06.02.24
Revisado: 18.02.24
Aceptado: 12.03.24
* Fecha de lectura en la RANM

